20/9/14

LA LUNA FAVORITA DE LOS LOBOS


La luna favorita de los lobos
W.G.G
Tras las montañas, pispiaba la luna favorita de los lobos. El viento se entretenía enredándose entre álamos y sauces llorones. Remataba la curiosa melodía, el rumor del agua al rozar los peñascos y el tintineo casi imperceptible de las hojas.

A unos treinta metros del arroyo, un conjunto de tres carpas se distribuía en uno de los pocos espacios donde no existían árboles. El bullicio que rodeó a la cena, con posterior mateada, había dado paso a una reposada charla, interrumpida por largos silencios y el  canto de un par de lechuzas. El círculo de ocho adolescentes rodeaba el fogón, donde se tiznaba una pava casi sin agua.

—En el restaurante del camping encontré un folleto con una leyenda sobre un cementerio indio que está aquí cerca, —dije como al descuido, intentando reavivar una charla ya muerta desde hacía rato.

—Ahá, —murmuró Gustavo, alzando a la mitad un parpado para mirarme con desgano.

—Siempre me fascinó contar historias de terror y más en ambientes como el de aquella noche, pero mi adormilada audiencia estaba más por entrar a roncar a las carpas que por escuchar al pesado mocha hablando huevadas.

—Dice que cuando, a la medianoche, la luna alumbra las tumbas, las almas de los indios comienzan a vagar por la zona matando a los hombres blancos que encuentran a su paso. Buscan desquitarse de aquellos que los exterminaron siglos atrás.