26/12/09

LA MALDITA ESCALA GLASGOW



W.G.Greulach
 
—Hoy se cumplen veinticinco años desde aquello, hermanito y aun te seguimos extrañando —dijo Silvia y con su mano derecha le retiró un mechón rubio que pendía entre sus cejas.

Fue un domingo frío, húmedo y nublado, recordó Federico. Había asistido, junto a Pepe, Tito y pachorra López, a una carrera de turismo nacional en Balcarce. Era de tardecita cuando volvían, ese momento en que el sol te da en los ojos y no hay forma de esquivarlo. Todavía no podía explicarse de donde salió el caballo aquel. Pegó un volantazo y lo esquivó por centímetros, pero la Ford F-100 derrapó y fue a estrellarse contra un centenario roble tras un zanjón de riego. No llevaba el cinturón puesto y atravesó el parabrisas, aterrizando como diez metros más adelante en un campo arado, con tal mala suerte que su cabeza impactó contra la única piedra en toda la hectárea.
Entró en un coma profundo, del que salió, milagrosamente, dos meses y medio después. Esto hubiese resultado una bendición para cualquiera, si no fuera por un pequeño inconveniente…Federico era el único ser humano conciente de este acontecimiento.

2/12/09

EL ARCHIVERO DE LA HUMANIDAD


                                                                         Leo Noboa


Walter G. Greulach

Los años de mi vida se han ido marchitando en una insoportable vigilia. No hay nada nuevo, todo se torna monótono, reiterativo. Si al principio disfruté veintiséis abriles (o como se llamasen los meses en aquel tiempo) de una existencia normal, con padres, hermanos y amigos que me apreciaban. Creo fui feliz, ya ni me acuerdo.
Mi derrotero por la tierra estuvo impregnado de más momentos malos que buenos, en una eterna espera del final del quinto milenio, de la llave que me permitiese aliviar tanto tormento. El peso de las horas me aplasta, inmisericorde, no encuentro consuelo en actividad alguna. Traspiro vejez, abatimiento e impotencia.
Anhelo el día en que me entreguen la preciada recompensa, espero sea lo que imagino.
Maldigo el puto momento en que acepté el sencillo trabajito. Nada menos que llevar un inventario de la huella humana sobre este planeta…