W.G.G
La mano temblorosa asió mi muñeca. Una voz idéntica a la mía lo excusó de toda presentación. Allí estaba el otro Rafa, arrodillado junto a mi cama, corporizado en un acto más satánico que divino. El horror y no la presión de sus dedos me hizo soltar el frasco, el cual al tocar el piso pareció estallar en un estruendo interminable. Tardé años en enfrentarme a sus ojos, en comprender que no soñaba y que estaba allí realmente, en asimilar sus ruegos para que no tomara las pastillas. Dos brazos musculosos me abarcaron apretándome con fuerza, los segundos caían lentos indescifrables. No pude, ni quise moverme un centímetro, ni siquiera cuando apoyó sus labios en mi frente. Sus ojos… mis ojos, me miraban con abismal dulzura.
Comencé a sentirme mejor, era el encuentro con alguien con el cual habíamos compartido todos los segundos de vida. Al fin lo asumí parte de mi sangre y una hermosa sensación, mezcla de esperanza y amor baño mis terminales nerviosas. No tengo idea cuantos minutos desgastamos llorando así abrazados.
2 comentarios:
Eran gemelos, o que?
Genial!!!!
Daniel
Un tiempecito que no ingresaba a su blog y me encuentro con esta delicia de cuento.
Almas gemelas, simple sueño eterno, alucinación.
¿Estaba loco y al final paseaba solo co su sombra por el parque?
Final abierto...Genial!!!
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