W.G.G
Vivíamos el año 1982, en General Alvear, Mza. Creo que sucedió comenzando octubre, se me antoja que había flores por doquier y reinaba ese espíritu de renacimiento y alegría que impera durante la más linda de las estaciones. Si no fue así, no importa, mi cabeza atesoró la vivencia en un contexto primaveral.
Pepsi Cola organizaba una divertida estudiantina, con la búsqueda del tesoro como evento principal. Participaban en ella los dos cursos finales de las escuelas secundarias de la zona.
El sexto año de la E.N.E.T #1 se preparó con todo para capturar el primer premio. No sé si me olvido de alguien o pongo alguno que nunca estuvo, la memoria se divierte a veces adornando nuestros recuerdos. El grupo estaba conformado por el gordo Julio Fonzalida, el tripa Nestor Prieto, el loco Gustavo Nedic, el Tito Barón, el Rafa Rodríguez, el narigón Marcelo Núñez, mi cumpa Iván Barón y el Marito Hidalgo.
Acabábamos de superar la tercera o cuarta prueba, consistía en buscar revistas viejas, mientras más antiguas, más puntos se sumaban. Gracias a unas Caras y Caretas de principio del siglo XX, facilitadas por mi tío el ingeniero Ernesto Lust, habíamos logrado ponernos al tope de las posiciones. Un par de puntos atrás, nuestros eternos rivales de la escuela de agricultura nos soplaban la nuca.
Aun hoy, casi tres décadas después, me sigo preguntando en que mente afiebrada se anidó la desquiciada prueba que continuaba el juego. Teníamos que juntar la mayor cantidad de gatos y meterlos en una bolsa para presentárselos luego al jurado. Algo que lucía simple y divertido para nuestros cerebros adolescentes, se transformaría en un relato digno de Edgar Alan Poe.
Amanecía apenas cuando salimos entusiasmadísimos, íbamos como siete encimados arriba de un Renault cuatro latas. Enfilamos para el lado de la Libertador Norte, nuestra persecución empezaría por las inmediaciones de la casa de Néstor. Dos redes para agarrar mariposas, idea de Gustavo, eran las armas de caza.
Un gato negro (o gris, el color es secundario) cruzó volando por enfrente del móvil gatuno. A la primera de cambio, caímos en cuenta que una red de aquel tipo no era una herramienta adecuada para atrapar mininos con uñas afiladas. El gordo aportó la moción que los atrajéramos con un pedazo de carne y luego saltásemos arriba con una bolsa de arpillera como escudo.
El nuevo método resultó acertado. El verdadero problema se inició cuando juntamos más de dos gatos en la misma bolsa y se formó un verdadero zafarrancho. La bolsa se abrió y quedamos rasguñados de pies a cabeza. No nos quedó otra que bajar las ventanillas y dejar que aquellos pérfidos animalejos huyeran.
La idea fue mía, de esto estoy seguro (siempre sentí una fascinación especial por las propiedades del cloroformo). Sugerí que usáramos dicho elemento para anestesiar a los gatitos, de última en las instrucciones, nada decía acerca de que tenían que estar despiertos.
Esta vez la búsqueda comenzó por las inmediaciones del Hospital, el día estaba nublado y era fría la brisa para esa época del año. Hay cosas que se me escapan, aunque sé que en algún momento llovió, mantengo la sensación de las ropas húmedas mitigando el ardor de los rasguñazos de la mañana.
Atardecía cuando volvíamos a nuestro cuartel de campaña, instalado debajo de la confitería Kuka. En el auto descansaba nuestro botín de guerra, veintinueve felinos capturados en alrededor de cuatro horas, dispuestos en tres bolsas convenientemente cerradas.
La prueba tenía como limite la hora nueve, aun tuvimos tiempo para el brindis con una coca de litro. Nuestra felicidad era alimentada por una noticia que acababa de llegarnos, la E.A había presentado solo ocho gatos minutos atrás. Casi nos estábamos asegurando el premio mayor. A las ocho y treinta salimos disparados para la biblioteca Sarmiento, donde los jueces estaban esperando.
La primera bolsa empezó a moverse como a tres cuadras de llegar, Tito pegó la voz de alarma y Marito la roció con la porción final de cloroformo que nos quedaba. Apenas podíamos respirar y ni siquiera sirvió…es mas fue peor, se pusieron como locos y en efecto domino, se despertaron todos. Una a una las bolsas se fueron desgarrando, en pocos segundos treinta michinos enfurecidos inundaron el cuatro ele.
La escena, para alguien que observara desde afuera, debe haber resultado tan asombrosa como cómica. Tres decenas de gatos rabiosos junto a siete jóvenes sangrantes y medio dopados, saliendo por puertas y ventanillas del pequeño vehículo.
En aquella jornada, no sumamos ni un solo punto, pese a todo nos las rebuscamos para terminar en la cuarta posición.
Al final algo aprendimos: No se debe meter más de dos gatos en una bolsa de arpillera.
Vivíamos el año 1982, en General Alvear, Mza. Creo que sucedió comenzando octubre, se me antoja que había flores por doquier y reinaba ese espíritu de renacimiento y alegría que impera durante la más linda de las estaciones. Si no fue así, no importa, mi cabeza atesoró la vivencia en un contexto primaveral.
Pepsi Cola organizaba una divertida estudiantina, con la búsqueda del tesoro como evento principal. Participaban en ella los dos cursos finales de las escuelas secundarias de la zona.
El sexto año de la E.N.E.T #1 se preparó con todo para capturar el primer premio. No sé si me olvido de alguien o pongo alguno que nunca estuvo, la memoria se divierte a veces adornando nuestros recuerdos. El grupo estaba conformado por el gordo Julio Fonzalida, el tripa Nestor Prieto, el loco Gustavo Nedic, el Tito Barón, el Rafa Rodríguez, el narigón Marcelo Núñez, mi cumpa Iván Barón y el Marito Hidalgo.
Acabábamos de superar la tercera o cuarta prueba, consistía en buscar revistas viejas, mientras más antiguas, más puntos se sumaban. Gracias a unas Caras y Caretas de principio del siglo XX, facilitadas por mi tío el ingeniero Ernesto Lust, habíamos logrado ponernos al tope de las posiciones. Un par de puntos atrás, nuestros eternos rivales de la escuela de agricultura nos soplaban la nuca.
Aun hoy, casi tres décadas después, me sigo preguntando en que mente afiebrada se anidó la desquiciada prueba que continuaba el juego. Teníamos que juntar la mayor cantidad de gatos y meterlos en una bolsa para presentárselos luego al jurado. Algo que lucía simple y divertido para nuestros cerebros adolescentes, se transformaría en un relato digno de Edgar Alan Poe.
Amanecía apenas cuando salimos entusiasmadísimos, íbamos como siete encimados arriba de un Renault cuatro latas. Enfilamos para el lado de la Libertador Norte, nuestra persecución empezaría por las inmediaciones de la casa de Néstor. Dos redes para agarrar mariposas, idea de Gustavo, eran las armas de caza.
Un gato negro (o gris, el color es secundario) cruzó volando por enfrente del móvil gatuno. A la primera de cambio, caímos en cuenta que una red de aquel tipo no era una herramienta adecuada para atrapar mininos con uñas afiladas. El gordo aportó la moción que los atrajéramos con un pedazo de carne y luego saltásemos arriba con una bolsa de arpillera como escudo.
El nuevo método resultó acertado. El verdadero problema se inició cuando juntamos más de dos gatos en la misma bolsa y se formó un verdadero zafarrancho. La bolsa se abrió y quedamos rasguñados de pies a cabeza. No nos quedó otra que bajar las ventanillas y dejar que aquellos pérfidos animalejos huyeran.
La idea fue mía, de esto estoy seguro (siempre sentí una fascinación especial por las propiedades del cloroformo). Sugerí que usáramos dicho elemento para anestesiar a los gatitos, de última en las instrucciones, nada decía acerca de que tenían que estar despiertos.
Esta vez la búsqueda comenzó por las inmediaciones del Hospital, el día estaba nublado y era fría la brisa para esa época del año. Hay cosas que se me escapan, aunque sé que en algún momento llovió, mantengo la sensación de las ropas húmedas mitigando el ardor de los rasguñazos de la mañana.
Atardecía cuando volvíamos a nuestro cuartel de campaña, instalado debajo de la confitería Kuka. En el auto descansaba nuestro botín de guerra, veintinueve felinos capturados en alrededor de cuatro horas, dispuestos en tres bolsas convenientemente cerradas.
La prueba tenía como limite la hora nueve, aun tuvimos tiempo para el brindis con una coca de litro. Nuestra felicidad era alimentada por una noticia que acababa de llegarnos, la E.A había presentado solo ocho gatos minutos atrás. Casi nos estábamos asegurando el premio mayor. A las ocho y treinta salimos disparados para la biblioteca Sarmiento, donde los jueces estaban esperando.
La primera bolsa empezó a moverse como a tres cuadras de llegar, Tito pegó la voz de alarma y Marito la roció con la porción final de cloroformo que nos quedaba. Apenas podíamos respirar y ni siquiera sirvió…es mas fue peor, se pusieron como locos y en efecto domino, se despertaron todos. Una a una las bolsas se fueron desgarrando, en pocos segundos treinta michinos enfurecidos inundaron el cuatro ele.
La escena, para alguien que observara desde afuera, debe haber resultado tan asombrosa como cómica. Tres decenas de gatos rabiosos junto a siete jóvenes sangrantes y medio dopados, saliendo por puertas y ventanillas del pequeño vehículo.
En aquella jornada, no sumamos ni un solo punto, pese a todo nos las rebuscamos para terminar en la cuarta posición.
Al final algo aprendimos: No se debe meter más de dos gatos en una bolsa de arpillera.
4 comentarios:
Esta historia la saqué de la columna semanal que tengo en Info-Alvear. El diario de General Alvear, Mza, Republica Argentina y que sale todos los domingos.
Un abrazo fuerte para todos!!!!
http://www.infoalvear.com/
Oi, Walter.
Essa expressão existe em português tb: balaio de gatos!
kkk
Marcelo Mario
Que haces cabezon queridoooooo. Yo tambien me paso la vida buscando a todos los putos del curso y parece que estos chuncanos no tienen internet jajaja No hay ninguno en face ni en twitter. Son unos muertos jajajaja. Creo que solo el Tito Baron se hizo uno pero el turro no me manda nunca.No puse el apellido por lo que vos me decis(hay miles de nuñez che!!! lo pario) y ademas porque ya tengo otros dos y no sabia como carajo poner. Ademas asi te ocultas un poco en esta ventana cibernetica. Yo estoy (no se si te acordaras) desde el 84 en San Luis capital, me case (no se hasta cuando jajaj) en el 91 y tengo tres hincha bolas y gastadores de plata (dos varones de 18 y 15 y una mujer de 17) y yo que cada dia me parezco mas de 25 jajaja. Se nos ha venido el viejaje no?? A travez del Pedro Sanchez pude leer tu articulo recordando la juntada de gatos para la semana del CIEN 82.Cuantos recuerdos y que manera de cagarme de risa. se lo mostre a todos aca. Te cuento que hasta hace unos meses estuve trabajando en el Complejo Sanitario San Luis (tipo hospital central de mza) ya que me recibi en Cba de protesista dental y tambien tenia mi propio laboratorio asi que me dedique de lleno al mio que me da mas tranquilidad y mayores ingresos. Ya nos conectaremos para que me cuentes que carajo has hecho desde hace tanto tiempo. Un gran,......que digo gran? ENORME ABRAZO PARA VOS Y TODA TU FLIA. fue un gustaso encontrarte y poder conectarme aunque estemos lejos.Note pierdas!!!!
Roberto Triguez JAJA.... YO ME PONGO DEL LADO DE LOS GATOS...AHHH SI QUERES UN GATO, AVISAME+
22 de marzo a la(s) 9:33 · Me gusta · 2
Walter Gerardo Greulach A quien se le habrá ocurrido una prueba asi!!!
22 de marzo a la(s) 9:46 · Me gusta · 2
Monica Beatriz Videla como me he reído con tu anécdota !!!!!! jajajjjj
22 de marzo a la(s) 10:15 · Me gusta
Graciela Liliana Martina jjajajajajjajaja... me ocurrio algo parecido con un solo gato que queria llevar de Alvear a Mza... tres arañados y el gato enolquecido del parabrisa a la luneta, imposible de agarrar... la solucion fue darle un poquito de jarabe para la tos con codeina... y asunto resuelto
22 de marzo a la(s) 10:24 · Me gusta · 1
Rubén Arturo Sayans Perez pobres gatos, al que se le ocurrió esa idea, habría que haberlo metido junto con los gatos en la bolsa...y en pelotas.....
22 de marzo a la(s) 13:04 · Me gusta · 3
A Marcela La Mendocina Alonso que bien redactado!!! quede pegada a la pantalla, entre risas e intrigadisima, hasta ese finallllll MARAVILLOSO!!!
23 de marzo a la(s) 0:02 · Me gusta
Aki Norma Oya yo estaba incluida en uno de esos eternos rivales...de los gatos no me acuerdo pero sí de juntar las revistas viejas, qué tiempos aquellos!!
23 de marzo a la(s) 9:04 · Me gusta
Silvia Cano Buenisimo tu relato....No tengo presente quien ganó.... Pero si me acuerdo de las revistas, los gatos y tambien las botellas.......Y si la mente no me falla, fue en setiembre cerca del dia del estudiante......
23 de marzo a la(s) 9:28 · Me gusta
Lidia Franco Ha sido muy grato recordar esa estudiantina al compás de tu relato tan rico en emociones y descripciones tan certeras,yo también estoy includa en los eternos rivales!! fue muy divetido realizar esa estudiantina!! finalmente ni ustedes ni la EA ganamos, salimos 2° pues Fabio Thompsom nos ganó con los gatos y el gordo!! jaja
23 de marzo a la(s) 22:57 · Me gusta · 1
Graciela Gili Muy divertido el relato!!!
25 de marzo a la(s) 9:58 · Me gusta
Lilian Aquindo Excelente estilo de relato...realmente reviví tu experiencia...abrazo..
25 de marzo a la(s) 10:08 · Me gusta
Mirtha Varas Muy buen trabajo...
25 de marzo a la(s) 15:59 · Me gusta
Walter Gerardo Greulach No tenia idea que hubiese tanta gente que se acordara de la estudiantina aquella y los sufridos gatitos. Un abrazo a todos!!!!
Publicar un comentario