Me muevo entre nubes
blancas, grises, esponjosas y suaves. Sigo ascendiendo hacia el sol. Abajo se
va quedando mi gente, mi tierra. Desde lo alto bajan
rayos que inundan mis pupilas. Escucho música clásica, como de
arpas, chelos y violines. Me siento liviano, pletórico de energía.
No creí que todo iba a
terminar así, la cosa se me complicó terriblemente. No entiendo como pude pensar, ni
siquiera un segundo, que la bruja travesti podía salvarme. La solución estuvo todo
el tiempo enfrente mio, adentro mio. Mis hijos, mis padres y sobre todo
Luciana, ellos eran en quienes debía apoyarme, no en la gran maestra mafiosa.
Fui perdiendo la confianza, minando mi autoestima, ahogandome en un poso
depresivo. Creo que mi estado de ánimo fue como un imán para los accidentes y poco a poco se fueron transformando en
una obsesión insoportable.
Ahora, aquí arriba, todo
es celeste y limpio, por donde mire, no se ve nada, solo aire infinito. Tiempo
que no disfrutaba de una paz tan grande. La melodía me adormece, obligándome a
bajar los parpados. Continúo subiendo. Atrás dejo los meses mas horrible de mi vida.
En el momento presente están este avión y Londres. Vuelo hacia la capital británica, los
juegos me esperan. Apoyo la cabeza en la ventanilla y me duermo feliz, sintiendo la cálida
mano de Luciana que envuelve la mía.
1 comentario:
no dudo que lo que estabas escuchando era la mer de debussy .
un abrazo grandote!!!!
Publicar un comentario