25/11/09

EN PLENA LUCIDEZ




Walter G. Greulach

Tebi levantó la cabeza, dirigiendo sus ojos celestes hacia el ventanal que cubría la fachada oeste del aula magna del F.I.U, luego los posó sobre el campus desbordado por una exuberante y joven primavera. Una bandada de gorriones y un solitario cuervo, sumergidos a medias en la fuente, inflaban sus plumas y aleteaban tirando agua para todos lados.

Esteban Rodríguez, sin dejar de mirar al exterior, dijo en voz baja y muy ligero de cuerpo: —Tres millones, doscientos trece mil, quinientos setenta y tres. Para ser más exactos, punto siete, cuatro, dos, uno.
El examinador agarró el libro que estaba sobre su escritorio, chequeó la respuesta, miró al joven con incredulidad y volvió a revisar la solución del problema. Era una complicada ecuación matemática que a cualquier estudiante destacado de cursos superiores, le tomaría de veinte minutos a media hora resolver. Aquel insulso muchacho de segundo año, le enrostró el resultado final con una precisión escalofriante y en solo cuarenta segundos.