W.G.Greulach
—Hoy se cumplen veinticinco años desde aquello, hermanito y aun te seguimos extrañando —dijo Silvia y con su mano derecha le retiró un mechón rubio que pendía entre sus cejas.
Fue un domingo frío, húmedo y nublado, recordó Federico. Había asistido, junto a Pepe, Tito y pachorra López, a una carrera de turismo nacional en Balcarce. Era de tardecita cuando volvían, ese momento en que el sol te da en los ojos y no hay forma de esquivarlo. Todavía no podía explicarse de donde salió el caballo aquel. Pegó un volantazo y lo esquivó por centímetros, pero la Ford F-100 derrapó y fue a estrellarse contra un centenario roble tras un zanjón de riego. No llevaba el cinturón puesto y atravesó el parabrisas, aterrizando como diez metros más adelante en un campo arado, con tal mala suerte que su cabeza impactó contra la única piedra en toda la hectárea.
Entró en un coma profundo, del que salió, milagrosamente, dos meses y medio después. Esto hubiese resultado una bendición para cualquiera, si no fuera por un pequeño inconveniente…Federico era el único ser humano conciente de este acontecimiento.
—Hoy se cumplen veinticinco años desde aquello, hermanito y aun te seguimos extrañando —dijo Silvia y con su mano derecha le retiró un mechón rubio que pendía entre sus cejas.
Fue un domingo frío, húmedo y nublado, recordó Federico. Había asistido, junto a Pepe, Tito y pachorra López, a una carrera de turismo nacional en Balcarce. Era de tardecita cuando volvían, ese momento en que el sol te da en los ojos y no hay forma de esquivarlo. Todavía no podía explicarse de donde salió el caballo aquel. Pegó un volantazo y lo esquivó por centímetros, pero la Ford F-100 derrapó y fue a estrellarse contra un centenario roble tras un zanjón de riego. No llevaba el cinturón puesto y atravesó el parabrisas, aterrizando como diez metros más adelante en un campo arado, con tal mala suerte que su cabeza impactó contra la única piedra en toda la hectárea.
Entró en un coma profundo, del que salió, milagrosamente, dos meses y medio después. Esto hubiese resultado una bendición para cualquiera, si no fuera por un pequeño inconveniente…Federico era el único ser humano conciente de este acontecimiento.