31/12/10

NOS VA LA VIDA EN ESTO


W.G.G

Avenida Hipódromo, Barrio Jardín, dos días antes del comienzo del invierno. Año 2006.

El hombre llega con pasos vacilantes y se detiene frente a la humilde edificación de ladrillo sin recubrir. Golpea con fuerza la puerta de lata, ignorando al negro timbre que se destaca a su derecha. En los instantes previos al giro del picaporte, su mente se ve impactada por un torbellino de recuerdos. El gran amor de su vida, la razón de su existir, está por aparecer frente a sus ojos. Cuatro mil noches, cuatro mil días soñando este momento.

4/12/10

J.P. TREINTA Y TRES AÑOS DESPUES

W.G.G


Había trabajado hasta pasada la medianoche en la fábrica de conservas de Jaime Prats. Una carga de tomates al natural que salía a primera hora rumbo a Buenos Aires así lo ameritaba.

Aquel verano del 67 estaba entre los más calurosos de la historia. Aun a esa hora, el mercurio se encaramaba por sobre la marca de los treinta grados. Ni una brizna de viento suavizaba la pesadez del ambiente. El joven, apenas traspasado el portón del edificio central, se bajó el overol hasta la mitad, anudándose las mangas en la cintura. Hubiese sido más conveniente cambiarse la ropa, pero a diferencia de los demás trabajadores, a él le disgustaba andar acarreando un bolso. Tuvo que bordear una montaña de cajones de madera para alcanzar la base del tanque de agua, en donde encadenada a un caño había dejado su vieja bicicleta.

El rumor del agua, mezclado con un concierto de grillos y chicharras, se iba acrecentando a medida que se acercaba al camino. Este bordeaba el canal matriz y lo llevaría en unos minutos a la intersección con la Línea de los Palos. Todo era oscuridad, alumbraban más las estrellas que el delgado filo de la luna en cuarto menguante. Bendijo a la calle recién enripiada, si a la poca luz le hubiese sumado los posos y cascotes sueltos, el trayecto le habría insumido por lo menos media hora.

24/11/10

MI ADORABLE DESPISTADA


A mi madre, con todo el cariño del mundo...

—Estos dos días pasados que has entrado por el fondo con el auto, nos pasaste por al lado y ni nos saludaste, —le recriminó Gerardo a Mirta aquella noche antes de comenzar la cena.

—Ni siquiera me percaté de que estaban en el maizal, —se disculpó la directora de la Rio Bamba. El esposo la observó resignado, sabía que no mentía, pues pese a que era casi imposible no darse cuenta de la presencia de los cosechadores, su proverbial despiste lo hacía todo posible.

Escuchaba entretenido la conversación de mis padres mientras saboreaba un pedazo de pan casero y me servía un vaso de tinto con soda. Era viernes, el año…setenta y siete, cursaba el primero de la ENET en Alvear y los fines de semana volvía a la finca de la Línea de los Palos en Jaime Prats.

Al otro día tempranito nos fuimos para el maizal, nos acompañaban Valerio Ríos y el mayor de sus hijos, el Ernesto. Estaba fresco y nublado, había empezado a chispear y el cielo amenazaba con una tormenta que nunca llegaría. Mi madre se hallaba en la escuela terminando unas tareas para la semana próxima.

Serian las once y treinta cuando divisamos al Peugeot 404 blanco entrando por el sendero que lindaba con la chacra del vecino. Nos llamó la atención la polvareda que lo acompañaba. Volqué el cajón lleno de mazorcas dentro del acoplado estacionado al costado de la hijuela y miré extrañado. El auto traía a la rastra unos metros de alambre de púas y unos cuantos palos que debían haber sido parte de una ex tranquera.

18/10/10

EL ENTREGADOR

W.G.G


13 de Octubre del 2010

El ambiente es estrecho y húmedo, tan húmedo... casi como si estuviese flotando. Entorno los parpados y vuelvo a abrirlos, una y otra vez. No distingo nada, solo un monótono gris plomizo, alternado con manchas violáceas que aparecen con cada grito, con cada aullido. Me aplasta un sentimiento de agobio, sin embargo no soy yo el torturado, sino otra persona a quien siento como un apéndice de mi propio cuerpo.

Se trata de un interrogatorio, hay insultos obscenos seguidos de golpes y descargas eléctricas. Estiletazos de luz hieren mi cerebro y se desparraman por mis venas transformándose en infinidad de dolorosas luciérnagas, aunque uno solo de sus alaridos me hiere más que mil descargas. Los torturadores no hablan ingles, lo increíble de esto Gary es que en los sueños, en las visiones, los entiendo a la perfección, pese a haber estudiado español solo un semestre en el high school.

…………………………………………………………………………………………

Guardo el cuaderno en un cajón de la cómoda, lo cierro con llave y suspiro apesadumbrado. Mi nombre es William Roswell, tengo treinta y tres años y naci al norte de Maine, a doce millas del límite con Canadá, en un pueblito apestado de nieve las tres cuartas partes del año. Mi padre John y mi madre Catherine poseen, desde tiempos inmemoriales, la única fábrica de dulces de la zona. Mi hermana Mary y su esposo Carl trabajan con ellos. Peter, el menor de la familia, es sargento y está en Afganistán.

Días atrás consulté mi problema con un gran amigo, Gary Parckstone, un ex compañero del high school. Es  sicólogo y vive ahora en New York. Me propuso que escribiera los sueños, así podíamos analizarlos con detenimiento cuando regresara en Thanksgiving.

26/9/10

EL CUPIDO TELEQUINETICO


W.G.Greulach
             Al fondo, el perezoso astro, acolchado por nubes, se zambullía antes que de costumbre en el lecho cordillerano. Abajo, un choco flaco y sarnoso franqueaba sin prisa la avenida a la altura de Ika Renault. Al aire tañían inútilmente las campanas invitando a misa, pues los friolentos feligreses nunca abandonarían el calor de sus hogares.
La verdulería, la cerealera y la concesionaria habían cerrado temprano este día.  En la pequeña ciudad sureña el único movimiento humano percibido, parecía estar en la terminal de ómnibus (había arribado el directo de Mendoza), y en las puertas de la ENET 1, donde los enmamelucados estudiantes salían del turno de taller.
A las seis y media de la tarde, el locutor de turno de LV23, a través de un destartalado aparato de radio ubicado en una repisa sobre las bananitas Dolca, en el kiosco enfrente del colegio, anunciaba los dos grados bajo cero. Efrain Lezik miró aburrido el plomizo cielo y cerró hasta el mentón la camperita de lana que llevaba debajo del mameluco azul. Por suerte, pensó, llevaba puestas dos camisetas y los calzoncillos largos y había traído el impermeable relleno con plumas de ganso.
—Si no nieva está noche, le pasa raspando, —acotó el Kiosquero mientras acomodaba un Tony y dos Fantasías.
—Aha, —dijo el joven con desgano a la vez que, disimuladamente, buscaba con la vista a la hija del dueño del local. Aunque no le había dirigido palabra alguna, se hallaba ridículamente enamorada de ella.
—Ni el Nippur, ni El Gráfico han llegado todavía —dijo Don López sin presentir la verdadera razón de su visita.
Se demoró cuatro o cinco minutos ojeando una Mecánica Popular. Chequeaba cada tanto la puerta y la ventana que daban a la casa familiar con el corazón estrujado.
—Vuelvo mañana entonces —se despidió parcamente, sin intentar disimular la tristeza que lo embargaba.
Con la nariz goteando y las orejas doloridas por el frio, Efraín enfiló lentamente hacia su casa. Había comenzado a caer agua nieve cuando traspasó la esquina del correo. Se detuvo unos segundos y cerró los parpados con fuerza, tratando de cincelar en su mente los rasgos de la criatura que lo desquiciaba. Estático al medio de la vereda, con los músculos crispados, el joven dejo escapar dos tibios lagrimones que inauguraron el sendero para un llanto irracional.


9/9/10

DEL NOVIAZGO INTERMINABLE ENTRE EL JAPONES Y LA CHICHI

W.G.Greulach

            Llevo tiempo desenmarañando esta historia. Como en todos mis relatos basados en hechos reales, necesitaba exprimir mi memoria al máximo hasta encontrar el marco correcto que contuviese  al singular personaje que hoy les acerco.
            Nos concentraremos especialmente en las dos décadas largas que duró el noviazgo, desde principios de los sesenta hasta fines de los ochenta. El romántico escenario, un triángulo con vértices en Real del Padre, Jaime Prats y  General Alvear. El principal protagonista, mi tío Mario Tamura, un inefable y simpático japonés, especie única de play boy criollo.


23/8/10

LOS FANTASMAS DEL CINE TEATRO CASA ESPAÑA



Walter Gerardo Greulach            

           Tras doblar por la Sagrado Corazón de Jesús y cortar en diagonal la plaza principal, miré la hora en mi casio de plástico negro. Eran las veinte y cuarto de un lunes de verano del año setenta y nueve. En las palmeras que adornaban el sitio público un puñado de loros, a coro con un par de urracas, armaban una bataola infernal, aunque a mí en ese crepúsculo todo me sonaba a melodía. Bella resultaba la tardecita aquella cuando caminaba con la escases de prisa que solo puede acarrear un adolescente de quince junios, en un pequeño poblado del interior provincial. El olor de rosas y geranios endulzaba la tibia brisa y todo se barnizaba con un naranja oscuro, con esa paz poética que es capaz de disfrutar un espíritu libre y feliz.
            Presioné el timbre dos veces y me hice un paso al costado, esperando con ansiedad que alguien abriese la puerta. Rogaba que mi amigo estuviese presente. La intención era invitarlo al cine teatro Casa España. Hoy había función a tarifa rebajada y la primera película me involucraba directamente. Gustavo fue por años el compañero de butaca inseparable. Amantes fanáticos del cine, al grado de asistir, semana tras semana, a los “estrenos” de las dos salas de la ciudad. Razón vital para que si o si me acompañara esa noche especial.


10/8/10

BOCADILLOS LUMINICOS

W.G.G
          
            —¡No puedo mantener ni un instante más este secreto, —descargó mi extraño amigo esa melancólica y pegajosa nochecita en el barrio Jardín. —Soy un alma caída, quizás la única que ha logrado reencarnarse, —agregó mientras agarraba con las dos manos el mate de madera recubierto en aluminio.


9/8/10

ABSORBENTE

Walter G. Greulach
Dibujo de J.C.Eberhardt
—¡Me tiene absorbida, todo es él, todo es acerca de él! Su trabajo, el fútbol, los amigos. Mi horario gira alrededor de su vida. Prepararle la comida, lavarle y plancharle la ropa, limpiar la casa. Estar disponible cuando a él se le pega la regaladísima gana.

23/7/10

EQUI, AÑO 9.873 D.C

     
      El zumbido del único tren aero magnético que aún no había sido desactivado lo despertó, cuando apenas empezaba a amanecer. Circulaba a unos diez metros de su ventana, en el piso 327 del edificio Arterios de la corporación Multiplex. Rara vez este leve sonido había sido suficiente para sacarlo de trance, pero con la excitación acumulada en los meses pasados, hasta el vuelo de un traedros lo ponía en vigilia.
Mientras se preparaba una infusión vitamínica de hierbas rojas, miró con desidia la pequeña pantalla multicromática que indicaba la hora y la fecha: 9:37 - 15 de Octubre del 9.389 D.C. Equi siempre cuestionó esta forma de contar el tiempo tan antigua y desfasada. Por empezar, aquí los días tenian treinta dos horas y el año 483 dias. Ademas, eso de después de cristo era ridículo. El cristianismo, como movimiento religioso, había desaparecido unos tres mil años atrás y lo que resultaba peor aún, el tal Jesus, nunca había pisado la tierra de este planeta.
Sin dudas era mucho más conveniente, empezar la cuenta desde el momento en que el hombre aterrizó en Alfa Épsilon, sería: Año 7.821despues de la llegada. Mejor aún, desde el momento en que el maldito virus infectó al primer ser humano, comenzando el lento e inexorable exterminio de los homínidos. O sea: Año tercero después del contagio…

18/7/10

ASESINATO EN LIBERTADOR SUR

W.G.G



            —Hágalo de la forma en que lo crea conveniente, no me interesan los detalles. El profesional es usted, solo me interesa que no sufra, un trabajo limpio y rápido. La mata y la desaparece para siempre, —dice con voz fría y pausada, y con un marcado acento puntano.
            Estoy a punto de volcar el agua en el inodoro, pero mi mano queda congelada. Debajo del lavabo y por un hueco mal tapado, se filtra la conversación de la mesa que da a esa parte del baño. Debían haber llegado poco tiempo atrás, pues al pasar por allí no divisé a nadie. Ruego que los aromas de mi forzada deposición no los pongan en alerta. Entorno la tapa, me subo la ropa con sumo cuidado y espero.

5/7/10

Cuestión de ignorantes

W.G.G


José Gastón Méndez saltó por el borde derecho de la cama aquel lunes cinco de julio del 2010 y apoyó primero el pie izquierdo, en la cuarta baldosa de la tercer hilera.
Dejó el cepillo de dientes verde loro en el agujero del medio, donde lo dejaba siempre. De fondo sonaba Radio Nacional, el mismo programa que venía  escuchando al levantarse (antes de ir al trabajo)  en las dos últimas décadas. Buscó una nueva afeitadora descartable, la anterior ya tenía tres usos y desde que recordaba las utilizaba solo tres veces.
Comió dos tostadas con manteca y dulce de durazno, la semana que viene le tocaba dulce de higo. Café con leche en la taza grande de su viejo y dos cucharaditas tres cuartos de azúcar morena. Hojeó las deportivas del Diario y maldijo al ver la foto del director técnico de Argentina.

23/6/10

DE SOCIO, EL CHUPA CABRA Versión final





W.G.Greulach


A Valeriano Paredes la vida nunca le había resultado sencilla. Aparte del mal de Chagas, la mujer que lo engañaba y la manga de piedra que le tiró hasta la última fruta, debía agendarle ahora un encuentro con el chupa cabra.


Omar García, el policía de turno, ni escuchó al chacarero llegando a los tropezones por la puerta principal del destacamento de Jaime Prats. Estaba despatarrado sobre un sillón enfrente del televisor blanco y negro. No era que la película que emitía canal seis esa madrugada lo tuviese atrapado. Después de dos sándwiches de pan casero, chorizo y huevo frito, lubricados con dos vasotes de vino patero, estaba abrazado a Orfeo desde que el reloj traspasó la medianoche.


— ¡Buenas noches oficial! Perdone lo joda tan tarde, —vociferó nervioso Paredes mientras trataba de ocultar bajo el felpudo, una bosta de vaca desprendida de su alpargata izquierda. Dos broches rojos de plástico achicaban sus botamangas.

9/6/10

LA VENGANZA DE LAS ALMAS INDIAS

W.G.Greulach


Tras las montañas, pispeaba la luna favorita de los lobos. El viento chiflaba entretenido enredándose entre álamos y sauces llorones. Completaba la curiosa melodía, el rumor del agua al rozar los peñascos y el tintineo casi imperceptible de las hojas.
A unos treinta metros del arroyo, un conjunto de tres carpas se distribuía en los escasos espacios donde no existían árboles. El jubiloso bullicio que rodeó a la cena, con posterior mateada, había dado paso a una reposada charla, interrumpida por largos silencios y el molesto canto de un par de lechuzas. El círculo de ocho adolescentes rodeaba un raquítico fogón, donde se tiznaba una pava casi sin agua.

—En el restaurante del camping encontré un folleto con una curiosa leyenda sobre un cementerio indio que está aquí cerca, —dije como al descuido, intentando reavivar una charla ya muerta desde hacía rato.

—Ahá, —murmuró Gustavo, alzando a la mitad un parpado para mirarme con desgano.

—Siempre me fascinó contar historias de terror y más en ambientes como el de aquella noche, pero mi adormilada audiencia estaba más por entrar a roncar a las carpas que por escuchar al pesado del mocha hablando huevadas.

—Dice que cuando, a la medianoche, la luna alumbra las tumbas, las almas de los indios comienzan a vagar por la zona matando a los hombres blancos que encuentran a su paso. Buscan desquitarse de aquellos que los exterminaron siglos atrás.

Esperé unos segundos, ya nada podía agregar para captar su atención. El peti Almada se re enganchó. Abrió los ojos entusiasmado y después de un largo eructo, descargó el desafío.

—Son las once y media, tenemos luna llena. ¿A ver quién se anima a dar un paseíto por el dichoso lugar?

26/5/10

PELOTAZOS QUE ARAÑAN EL TRAVESAÑO DEL ALMA (Segunda Parte Del 94 al 06)

W.G.G


Cuando EE.UU organizó el campeonato del 94, hacía rato que trabajaba como cocinero en Le Petit Café. Me contrataron por la única razón de ser argentino, rótulo que me daba extensos conocimientos sobre las vacas, cuando yo no sabía prepararme ni un bife. En este restaurant se sirven los cortes de carne sobre piedras volcánicas (aorita), calentadas previamente en un horno a 500 grados. Vivíamos en un pequeño departamento, en el pueblo de San Nicolás, al sur de Aruba. Una de las refinerías más grandes del mundo le da vida a este desolado paraje.

No fue la avivada de Maradona en el tiro libre, con el rápido pase a Caniggia, lo que acerca a mi mente el partido con Nigeria, sino el almuerzo en una sinagoga.

29/4/10

VIGILIA (El estigma de Bosque Viejo)


—Como ignorarlo, como pretender que no está. Como seguir adelante, arrastrando una historia tan elocuente, tan lapidaria —pensaba compungida Amanda Iturrieta, buscando en el horizonte alguna imagen positiva que aligerara la honda depresión que la embargaba.

En los pasados veinticinco años, mal que mal lo había logrado. Por momentos llegó a convencerse que nunca le sucedería.

—Cincuenta y cincuenta —le dijo la primera vez el especialista, como si de jugar a la ruleta rusa se tratase.

Un carpintero, de una especie rarísima, a la cual Amanda había visto solo dos veces, asomó la cabeza por el hueco del olmo seco. Tiempo atrás, hubiese corrido a buscar la cámara fotográfica. Ahora, toda imagen la anclaba, invariablemente, al mismo tema.
¿Acaso esa pintoresca ave la sobreviviría? ¿será que el centenario árbol muerto seguiría de pie tras su partida?, se preguntaba la mujer en un ritual tortuoso.

—No soluciona nada con preocuparse —la alentó el doctor.— Mire sino a su hermana, casi sesenta años y fuerte como un roble.

Difícil no inquietarse, cuando su querido viejo, dos tíos y uno de sus tres hermanos, no llegaron a coronar las cinco décadas y media.

16/4/10

PELOTAZOS QUE ARAÑAN EL TRAVESAÑO DEL ALMA (Primera parte. Del 74 al 90))



Cada vez que se acerca una cita mundialista, se vive (entre los que amamos la redonda) un estado emocional difícil de describir. Optimismo, tensión, ansias, se van mesclando, produciéndonos un nerviosismo casi histérico. Ya sé que es solo un juego (o un negocio, por lo menos para los que lo usufructúan llenándose los bolsillos de billetes), pero no nos pidan explicaciones lógicas para este complejo sentimiento.
A mi particularmente, el evento me trae imágenes de copas pasadas. De otros lugares en donde me encontraba, de diversas situaciones en las que estaba inmerso. Podría escribir una novela sobre esto, seguro resultaría un bodrio intragable. Prometo que les tiro algunas líneas y después me borro…

11/4/10

POR LOS CONFINES DEL ANGEL GRIS (o el mes en que el ángel de Flores visitó Paraná)

dibujo de Carlos Nine
W.G.G

El año fue el 88, o quizás principios del 89, no exijan a mi memoria datos precisos. Teníamos en FM.Capital un programa producido por Cachito Correa. Todos los domingos, comenzando al mediodía, recorríamos por el rio Paraná las costas aledañas a la capital entrerriana. Íbamos a diferentes balnearios entrevistando a la gente que buscaba refrescarse del húmedo y extenuante verano litoraleño.

Aquel día estábamos en Los Arenales (o tal vez en la Toma Vieja), el travieso tiempo baraja las playas. Como a las tres, comimos un asado bastante particular, una ristra de chorizo con abundante queso provolone. Eso sí, todo acompañado por un delicioso Termidor tetrabrik (¿o era un Toro viejo?). Después de un momento de reposo, hicimos las notas acostumbradas y subimos a un barquito alquilado. Creo recordar en aquel grupo, además de Cacho, a Marcelo Manucci y a Marcelo Macarone, mi operador preferido.

Allí lo crucé por primera vez. Era el capitán y única persona presente en la barcaza. Nos dio la bienvenida con una sonrisa franca, plantada en un rostro gentil. Flaco, altísimo, con una barba gris y enrulada. Llevaba un gorrito azul (tipo piluso), limpio pero cuarteado por los años. Su voz, áspera y profunda, pronunciaba con modulación de orador consumado cada silaba. Los ojos de un celeste perturbador, parecían contener al mismo universo.

30/3/10

El espejo que trizó al hechizo



Walter Greulach

Insólito, espeluznante, cripy, como dirían por estos lares. Anoche disfruté (y sufrí) un notable sueño, o por lo menos es la primera vez que al despertarme lo recuerdo. Sucedió entre las siete y las ocho de la mañana, que es el momento en que mi mujer lleva a mi hija al colegio. Como comenzar a desmenuzar la madeja, como contarles la fascinante experiencia en la cual podía a voluntad entrar y salir del abrazo de Morfeo.

11/3/10

REVIEW DE EL GUIONISTA, POR EL BRASILEÑO LUCIO JUNIOR (En español)

Gerardo en Tráfico: Dios y el Diablo en la Tierra de Disneyworld
Lúcio Emílio de Espírito Santo Júnior



El libro de cuentos El Guionista de Dios o el del Diablo ( Walter G. Greulach, 2008, Buenos Aires, Editora Arte y Parte), inicialmente me pareció la obra de un periodista con ingenio literario que extraía informaciones (los famosos fait-divers) de los periódicos y los transformaba en literatura de estilo elegante, que brillaba como piedra pulida, aunque en forma fragmentada y sin unidad. El autor parece soñar con la totalidad y la causalidad, para en el fondo saberlas imposibles y entonces quedarse recogiendo short cuts en periódicos para luego ficcionalizárlos, transformándolos en sus cuentos.

Sin embargo, cual no fue mi sorpresa: el texto responde justamente a ese tipo de pensamiento: “Ya distendido volví a analizar mi situación. Me preocupaba el tema que los cuentos fueran malas historias copiadas de los periódicos. Este actuar plagiario inconsciente podría ser mi perdición” (GREULACH, 2008, p. 114). Más adelante, refleja de forma sorprendente una crítica sobre su propio estilo: “Que maníaco de mierda – me insulto –por qué tengo siempre que colocar un final imposible?” (GREULACH, 2008, p. 115).

8/3/10

EL HEROE DEL BICENTENARIO Versión Final


W.G.G

¡Pucha si lo había intentado! Zamarreó cielo e infierno,se alió con cuanto santo se le cruzace, todo valía en pos del objetivo. Golpeó mil puertas, imploró, se humilló, regalando el decoro y la autoestima. En los pasados años no había sido más que una sanguijuela abyecta, baboseando las veredas de la capital.

Se divorció, insultó a sus hijos, se peleó con sus padres. Todos intentaron una estéril cruzada para que cambiara esa existencia ruin, para que abortase la obsesión absurda que lo ligaba con las dos pasiones de su vida. Su obstinación lo iba encajonando en un túnel sin salida y la pared final se acercaba peligrosamente. A no ser que sucediese algo fuera de lo común, se estrellaría indefectiblemente.

—Un suceso extraordinario —meditó Rodolfo Merino sobandose la calva, desparramado sobre el vetusto catre en la piesucha de la casa de su tía Guillermina, la única que aun no lo había corrido a las patadas.

19/2/10

EL PATO Y SUS PATITOS

Walter G. Greulach

La brisa cordobesa silbaba desganada, desgreñando los carcomidos flecos de la bandera argentina. Hubiese resultado un sacrilegio descolgarla. Ubicada en la esquina del techo de nuestro edificio (por el lado de calle Laprida), era el símbolo vivo de la hazaña mundialista consumada unos cuantos meses atrás.

Caminábamos la primavera del ochenta y seis, quizás diciembre. Lo afirmo porque al entornar los parpados, recuerdo el aroma de las gardenias enredadas en la ventana del living. Estaríamos disfrutando unos buenos mates, José María sería el cebador, seguro que en el centro de la reunión un kilo de pan criollo (con un frasco de dulce casero) esperaría el ataque inminente.

La reunión era impostergable, importantísima. Sin embargo, solo cuatro de los cinco ocupantes del departamento de barrio Observatorio nos hallábamos presentes. Sobre el ausente hablaríamos la tardecita aquella.

8/2/10

LAS TERMAS DEL DIABLO




Walter G. Greulach

El viento enmarañaba soledades bajo aquella aciaga luna en que invocó su nombre. Caminando lentamente por la playa, el hombre sostenía un barato maletín de cuerina marrón. Cada tanto reventaba transparentes huevos azules que el mar le arrojaba, ayudandolo así a mitigar su aburrimiento.
Una fresca llovizna, aumentaba la calidad de indeseable del lugar señalado. Faltaban dos horas y pico para la reunión, y el cálculo sobre el tiempo que demoraría en recorrer la distancia que separaba el camino de tierra (donde estacionó el jeep prestado) y el punto de encuentro, resultó grotescamente erróneo.
A mediados de agosto, la Patagonia argentina no es el mejor lugar para visitar, a no ser que se posea una poderosa razón. No debe existir nada tan agreste como esa zona de acantilados a unos 50 kilómetros al sur de la Península de Valdés.

27/1/10

Invasión en Christmas





Walter G. Greulach

Se inició como un sueño efímero, una salpicadura de imágenes de fuego y polvo, en las cuales veía al primer y segundo avión incrustándose en las torres gemelas. Luego la gente arrojándose desde las ventanas humeantes. Me desperté en el suelo, con el aliento entrecortado, hecho un nudo entre las sabanas y la almohada.

Me sucedió la madrugada del cuatro de septiembre del dos mil uno, siete días antes del infausto atentado. Entonces no lo comenté con nadie, aunque creo habérselo dicho como al pasar a mi hijo mayor. En definitiva, se trataba de una pesadilla más de las que me venían sucediendo regularmente en los meses anteriores.

Por aquel año, trabajaba de bartender en el quincho de la piscina del Hotel Las Palmas, en Miami Beach. Allí mismo, días después, observé estupefacto el desarrollo de los acontecimientos.

25/1/10

UN CUENTO ROSA O EL DEDO AL BORDE DEL GATILLO

W.G.G

—Todos tus relatos están teñidos por un denso pesimismo. Sorpresivos e interesantes al principio, pero tan trágicos que con el tiempo deprimen —me dijo días atrás Daniela, mi mujer, sincerándose. Terminaba de leerle “La maldita escala Glasgow”.

—La vida es así querida, no me gusta falsear la realidad —contesté fingiéndome ofendido.

—Si la vida fuese solo así, ya me hubiese suicidado hace rato, —agregó riendo la paranaense.— Quien te lea pensará que vivo con un sicópata

—Estás exagerando un poquito. ¿No te parece?

—¿Exagerando? A ver decime: en tu primer libro, sobre catorce historias, ¿cuántos protagonistas sobreviven?


Nunca me había detenido a analizarlo de ese modo, pero la fría cifra me golpeaba dándole la razón a mi esposa. Solo dos terminaban vivos el cuento.

17/1/10

¿Te enteraste quien murió?


 W.G.G
Paladeó un trago de mate cocido con deleite mientras raspaba dos rodajas de pan cereal que se habían tostado de más. Juancito y Sandra acababan de marcharse a la escuela y su mujer, que tenía cita con el médico, se llevó el auto y no volvería hasta pasado el mediodía.

Inclinó su obesa humanidad sobre la mesada de granito negro y agarró la jalea de membrillo. Después de depositar todo sobre la mesa, chequeo si el diario Los Andes ya estaba en el frente. Salió al jardín en boxers y una remerita desteñida que no le pasaba del ombligo. Sintió más frío de lo imaginado, pero siguió adelante, no podría desayunar tranquilo si no encontraba la noticia.

Con angustia y arrebato, al medio de la vereda, buscó la sección de policiales, no llegó a ella, en la segunda página halló lo esperado:

13/1/10

NUEVE SEGUNDOS (versión reeditada)

W.G.G


Matías Zuccarelli paró el reloj despertador con tanta violencia que rompió las cuatro patitas que lo soportaban. Un fino hilo blanco de luz dividía la cómoda y corría por las baldosas escapándose bajo la cama. Desde el afiche pegado sobre el televisor, un sonriente Mao lo miraba con tristeza.
Al incorporarse, una burbuja acida con restos del matambre comido en la cena, ascendió por su garganta. Corrió hacia la heladera y tomó de la jarra, con desesperación, un largo trago de agua. Suspiró emocionado y comenzó el recorrido una vez más.

10/1/10

Realmente no estoy tan solo (¿Quién te dijo que te fuiste?)


Walter G. Greulach

A la negra y la María, las primeras "nenas" que conocí...

El sulky rojo y blanco corría rápidamente por la entalcada calle que lindaba con el hospital. La velocidad le era imprimida por dos chocos sarnosos, encariñados con las ruedas del carruaje.

Reticente a calentarnos, el sol, en complicidad con las nubes, disfrutaba el ignorarnos.
La negra manejaba al Tito, el matungo que Valerio Ríos nos solía prestar. A su lado, la María, Sigrid y yo nos amuchabamos, obligados más por el frío que por el reducido espacio.