29/4/10

VIGILIA (El estigma de Bosque Viejo)


—Como ignorarlo, como pretender que no está. Como seguir adelante, arrastrando una historia tan elocuente, tan lapidaria —pensaba compungida Amanda Iturrieta, buscando en el horizonte alguna imagen positiva que aligerara la honda depresión que la embargaba.

En los pasados veinticinco años, mal que mal lo había logrado. Por momentos llegó a convencerse que nunca le sucedería.

—Cincuenta y cincuenta —le dijo la primera vez el especialista, como si de jugar a la ruleta rusa se tratase.

Un carpintero, de una especie rarísima, a la cual Amanda había visto solo dos veces, asomó la cabeza por el hueco del olmo seco. Tiempo atrás, hubiese corrido a buscar la cámara fotográfica. Ahora, toda imagen la anclaba, invariablemente, al mismo tema.
¿Acaso esa pintoresca ave la sobreviviría? ¿será que el centenario árbol muerto seguiría de pie tras su partida?, se preguntaba la mujer en un ritual tortuoso.

—No soluciona nada con preocuparse —la alentó el doctor.— Mire sino a su hermana, casi sesenta años y fuerte como un roble.

Difícil no inquietarse, cuando su querido viejo, dos tíos y uno de sus tres hermanos, no llegaron a coronar las cinco décadas y media.

16/4/10

PELOTAZOS QUE ARAÑAN EL TRAVESAÑO DEL ALMA (Primera parte. Del 74 al 90))



Cada vez que se acerca una cita mundialista, se vive (entre los que amamos la redonda) un estado emocional difícil de describir. Optimismo, tensión, ansias, se van mesclando, produciéndonos un nerviosismo casi histérico. Ya sé que es solo un juego (o un negocio, por lo menos para los que lo usufructúan llenándose los bolsillos de billetes), pero no nos pidan explicaciones lógicas para este complejo sentimiento.
A mi particularmente, el evento me trae imágenes de copas pasadas. De otros lugares en donde me encontraba, de diversas situaciones en las que estaba inmerso. Podría escribir una novela sobre esto, seguro resultaría un bodrio intragable. Prometo que les tiro algunas líneas y después me borro…

11/4/10

POR LOS CONFINES DEL ANGEL GRIS (o el mes en que el ángel de Flores visitó Paraná)

dibujo de Carlos Nine
W.G.G

El año fue el 88, o quizás principios del 89, no exijan a mi memoria datos precisos. Teníamos en FM.Capital un programa producido por Cachito Correa. Todos los domingos, comenzando al mediodía, recorríamos por el rio Paraná las costas aledañas a la capital entrerriana. Íbamos a diferentes balnearios entrevistando a la gente que buscaba refrescarse del húmedo y extenuante verano litoraleño.

Aquel día estábamos en Los Arenales (o tal vez en la Toma Vieja), el travieso tiempo baraja las playas. Como a las tres, comimos un asado bastante particular, una ristra de chorizo con abundante queso provolone. Eso sí, todo acompañado por un delicioso Termidor tetrabrik (¿o era un Toro viejo?). Después de un momento de reposo, hicimos las notas acostumbradas y subimos a un barquito alquilado. Creo recordar en aquel grupo, además de Cacho, a Marcelo Manucci y a Marcelo Macarone, mi operador preferido.

Allí lo crucé por primera vez. Era el capitán y única persona presente en la barcaza. Nos dio la bienvenida con una sonrisa franca, plantada en un rostro gentil. Flaco, altísimo, con una barba gris y enrulada. Llevaba un gorrito azul (tipo piluso), limpio pero cuarteado por los años. Su voz, áspera y profunda, pronunciaba con modulación de orador consumado cada silaba. Los ojos de un celeste perturbador, parecían contener al mismo universo.