José Gastón Méndez saltó por el borde derecho de la cama aquel
lunes treinta de junio del 2014 y apoyó primero el pie izquierdo, en la
cuarta baldosa de la tercer hilera.
Dejó el cepillo de dientes verde loro en el agujero del medio, donde lo
dejaba siempre. De fondo sonaba Radio Nacional, el mismo programa que
venía escuchando al levantarse (antes de ir al trabajo) en las dos
últimas décadas. Buscó una nueva afeitadora descartable, la anterior ya tenía
tres usos y desde que recordaba las utilizaba solo tres veces.
Comió dos tostadas con manteca y dulce de durazno, la semana que viene
le tocaba dulce de higo. Café con leche en la taza grande de su viejo y dos
cucharaditas tres cuartos de azúcar morena. Hojeó las deportivas del Diario y
se arrodilló uniendo las palmas al ver
la foto de su ídolo máximo con la diez albiceleste. Como lo venía haciendo
desde que comenzó el mundial.