José Gastón Méndez saltó por el borde derecho de la cama aquel
lunes treinta de junio del 2014 y apoyó primero el pie izquierdo, en la
cuarta baldosa de la tercer hilera.
Dejó el cepillo de dientes verde loro en el agujero del medio, donde lo
dejaba siempre. De fondo sonaba Radio Nacional, el mismo programa que
venía escuchando al levantarse (antes de ir al trabajo) en las dos
últimas décadas. Buscó una nueva afeitadora descartable, la anterior ya tenía
tres usos y desde que recordaba las utilizaba solo tres veces.
Comió dos tostadas con manteca y dulce de durazno, la semana que viene
le tocaba dulce de higo. Café con leche en la taza grande de su viejo y dos
cucharaditas tres cuartos de azúcar morena. Hojeó las deportivas del Diario y
se arrodilló uniendo las palmas al ver
la foto de su ídolo máximo con la diez albiceleste. Como lo venía haciendo
desde que comenzó el mundial.
Luego, como todas las mañanas, comenzó a preparar el doble nudo
invertido de la corbata. Podía hacerlo simple y ahorrarse tiempo, pero siempre
lo había armado así. Puso la corbata sobre la eterna silla de hierro con
asiento de madera. Allí estaban también el saco y la camisa, planchados con
esmero la noche anterior. Nunca planchaba de día, traía mala suerte.
Regresó a la pieza e hizo la cama con meticulosidad, pensó en cambiar
las sabanas, pero recién le tocaba el martes, después del encuentro. No le
gustaba alterar el orden. Las grises con cuadritos blancos eran las próximas.
Se lustró los zapatos sentado en la banqueta blanca, primero el derecho,
después el izquierdo y revisó, como usualmente lo hacía, las medias de seda
negra. . Comenzó a vestirse de abajo para arriba y al terminar volvió al
baño y se pasó un peine gastado al que le quedaban, con suerte, diez dientes.
Antes de abrir la puerta del fondo, siempre salía por el fondo, se
persignó frente a un antiguo cuadro de la Virgen de la Carrodilla y salió
caminando marcha atrás hasta alcanzar el portón del muro de enfrente. Se alejó,
por la calle, tarareando su canción favorita, concentrado en no pisar las
juntas y con la mano diestra guardada en el bolsillo.
José Gastón Méndez, evitó la puerta principal del edificio, donde había
una escalera con un gato negro abajo, e ingresó por la entrada lateral.
—Hola Pepito ¿Cómo andas che? ¿Estamos listos para Suiza el martes? —le
dijo Mariano, su compañero de trabajo, abriendo las manos ilusionado. ¿Lo viste
al supersticioso de Bilardo preparando todos los amuletos y encomendándose a
todos los santos? ¿Cabalero el tipo, no?
—¡Que cábalas ni ocho cuarto! Solo un ignorante de mierda como ese puede
creer en semejantes estupideces. ¡Mañana ganamos sin ayudas sobrenaturales!
—exclamó indignado y saludó a su colega palmeándolo en la espalda. No era su
costumbre darle la mano a nadie, por lo menos no antes de las ocho de la mañana
y menos antes de un partido tan importante.
5 comentarios:
a mi suegra no le gusta el futbol, pero no lo mira como cábala !
Armando Antonio Amieva Gerente en Ex Gerente de Banco en Rivadavia
Walter, es un futbolero desde su cuna, como todos los argentinos... Y como el buen escritor que es, no desconoce cómo siente y ve un argentino todo lo que es el fútbol, y mas cuando se está transpirando la camiseta nacional en un Mundial y en Brasil...! Nada tiene que demostrarnos de esos conocimientos y sentires...!
Y como dueño de una pluma prodigiosa, nada tiene que demostrarnos tampoco de sus dotes literarias. Esa idiosincrasia de los argentinos con respecto al fútbol, no puede pues, pasar desapercibida para la fina sensibilidad de nuestro escritor.
Por eso seguimos el relato con marcada atención hasta el final del mismo, y vemos a ese ignoto personaje que es José Gastón Mendez y lo analizamos...y luego nos miramos al espejo y vemos que somos iguales al desconocido actor del cuento...! Si hasta nos da ganas de darle un abrazo a ese hombre que no conocemos pero que sabemos que existe en cada uno de nosotros.
Gracias Walter por no olvidarte de nos, los argentinos que aquí quedamos...Y gracias por seguir sintiendo y viendo al fútbol como nosotros también, aunque estés muy lejos de nuestra Patria. Esa Patria que aun estando lejana, no es olvidada por la gente buena, la que se siente argentina aquí o en cualquier lugar del mundo ...!
Armando A. Amieva
02/07/2014
Blanca Yllanes ·
¡Que cabales ni ocho cuartos! Muy bueno Walter como todo o tuyo
Gladys Lucero
Muy lindo y a medida que leia pensaba en mi hijo q es iguallll jaja!!!!
Teovaldo Angel Pesce Pawlow · · General Alvear
Mas que cabulero, lo que tiene este tipo es un T,O,C. (Trastorno obsesivo compulsivo) . Y hay muchos asi. Muy bueno Walter.
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