26/9/11

V De serpientes y madames

W.G.G


Anoche, al contemplarla parada en las alturas del Snake hole, grité con furia su nombre, con una voz ronca y cargada de angustia, sofrenada por una eternidad. Fingió no verme y tras escuchar mi llamado se dio media vuelta perdiendose en el tugurio.
Subí a los tropezones y debo haber contado mal los escalones pues caí de pecho arriba de una mesita, volcando dos cervezas, junto a un plato de chips, sobre la falda de una rubia pechugona que se acordó hasta de mi abuelita religiosa. Aturdido, desde el suelo, la busqué en el interior del cabaret, mas ya no estaba.
No hallé una persona que pudiese contarme algo sobre la elegante señora cuarentona que engalanaba el balcón momentos atrás. El bartender, los guachimán (guardias de seguridad) y los meseros negaban con la cabeza, como por compromiso y después me ignoraban.

18/9/11

IV Aires de blues en New Orleans


W.G.G
Al abandonar la I 10 oeste, ya ha anochecido, bajo por la orilla del Superdomo y me sumerjo en Canal Street rumbo al down town de New Orleans. El escenario me regala una emoción inesperada. No es solo una sensación provocada por el fin de un largo viaje, sino también este delicioso aire europeo que me baña al observar los primeros edificios. Vuelvo a Córdoba, a Santa Fé, a Bs. As. Siento que voy entrando a una ciudad cálida, crepitante (humanamente hablando), bien peculiar.Tan distintas a Miami o a otras poblaciones de Florida (de gran parte de los EE.UU, en donde todo es igual, pasás de un lado a otro y a duras penas podés adivinar donde estás). Construcciones insulsas, estándares, sin estilo, con la excepción del distrito Art Deco de South Beach. Aquí se respira arte, historia por donde mires, basta por ejemplo con detenerse en los trolebuses que recorren Canal y St. Charles street y que datan del siglo XIX, con sus carros originales rojos y verdes que musicalizan el centro con su tintinear.
Doblé por Baronne street y tras registrarme en el Winham Garden, donde habia reservado tres noches, metí el auto en el estacionamiento y salí desesperado a recorrer el down town. Calles estrechas con altos y ornamentados edificios, una iglesia jesuita de casi trecientos años y un banco del siglo XIX por aquí, un par de museos por allá, es como recorrer un lugar conocido, extrañado.


5/9/11

III Recién envejecido para americanos



Walter Greulach

A las siete desayuno un tazón de cereales, un bagel con queso crema y una manzana, no hay muchas mas opciones, es el desayuno continental como lo llaman los del norte. Un cartel promociona la memorable Sheikra a la entrada del comedor. “Ya sos historia, querida“, susurro y se me hace un vacío en el estomago de solo acordarme de la tardecita pasada.

Una linda mañana me recibe al abrir la puerta, dos ardillas corren por un cable de electricidad zambulléndose en un frondoso roble, no puedo saber si pelean o están enfrascadas en acalorado romance, los chirridos que lanzán me indican más lo primero. Agarro Dona Michelle Drive y subo por Downes Blvd. a la I 75 norte. La idea primigenia era empalmar la I 10 y rumbear directamente para New Orleans, pero me seduce la idea de visitar Gainesville y el legendario estadio de los Gators, así que al llegar a la altura de la ciudad universitaria doblo para el este.