26/12/09

LA MALDITA ESCALA GLASGOW



W.G.Greulach
 
—Hoy se cumplen veinticinco años desde aquello, hermanito y aun te seguimos extrañando —dijo Silvia y con su mano derecha le retiró un mechón rubio que pendía entre sus cejas.

Fue un domingo frío, húmedo y nublado, recordó Federico. Había asistido, junto a Pepe, Tito y pachorra López, a una carrera de turismo nacional en Balcarce. Era de tardecita cuando volvían, ese momento en que el sol te da en los ojos y no hay forma de esquivarlo. Todavía no podía explicarse de donde salió el caballo aquel. Pegó un volantazo y lo esquivó por centímetros, pero la Ford F-100 derrapó y fue a estrellarse contra un centenario roble tras un zanjón de riego. No llevaba el cinturón puesto y atravesó el parabrisas, aterrizando como diez metros más adelante en un campo arado, con tal mala suerte que su cabeza impactó contra la única piedra en toda la hectárea.
Entró en un coma profundo, del que salió, milagrosamente, dos meses y medio después. Esto hubiese resultado una bendición para cualquiera, si no fuera por un pequeño inconveniente…Federico era el único ser humano conciente de este acontecimiento.

2/12/09

EL ARCHIVERO DE LA HUMANIDAD


                                                                         Leo Noboa


Walter G. Greulach

Los años de mi vida se han ido marchitando en una insoportable vigilia. No hay nada nuevo, todo se torna monótono, reiterativo. Si al principio disfruté veintiséis abriles (o como se llamasen los meses en aquel tiempo) de una existencia normal, con padres, hermanos y amigos que me apreciaban. Creo fui feliz, ya ni me acuerdo.
Mi derrotero por la tierra estuvo impregnado de más momentos malos que buenos, en una eterna espera del final del quinto milenio, de la llave que me permitiese aliviar tanto tormento. El peso de las horas me aplasta, inmisericorde, no encuentro consuelo en actividad alguna. Traspiro vejez, abatimiento e impotencia.
Anhelo el día en que me entreguen la preciada recompensa, espero sea lo que imagino.
Maldigo el puto momento en que acepté el sencillo trabajito. Nada menos que llevar un inventario de la huella humana sobre este planeta…

25/11/09

EN PLENA LUCIDEZ




Walter G. Greulach

Tebi levantó la cabeza, dirigiendo sus ojos celestes hacia el ventanal que cubría la fachada oeste del aula magna del F.I.U, luego los posó sobre el campus desbordado por una exuberante y joven primavera. Una bandada de gorriones y un solitario cuervo, sumergidos a medias en la fuente, inflaban sus plumas y aleteaban tirando agua para todos lados.

Esteban Rodríguez, sin dejar de mirar al exterior, dijo en voz baja y muy ligero de cuerpo: —Tres millones, doscientos trece mil, quinientos setenta y tres. Para ser más exactos, punto siete, cuatro, dos, uno.
El examinador agarró el libro que estaba sobre su escritorio, chequeó la respuesta, miró al joven con incredulidad y volvió a revisar la solución del problema. Era una complicada ecuación matemática que a cualquier estudiante destacado de cursos superiores, le tomaría de veinte minutos a media hora resolver. Aquel insulso muchacho de segundo año, le enrostró el resultado final con una precisión escalofriante y en solo cuarenta segundos.

31/10/09

COMPETIR EN LO QUE SEA...A COMO DIESE LUGAR

W.G.G

La esperanza de que unas nubes amigas entorpecieran la labor asesina del sol en esa siesta, pronto se desvaneció. El polideportivo municipal de General Alvear se asemejaba a un espejo hirviendo. Pequeños hilos de vapor, producto de un chaparrón tempranero, se elevaban por todas partes, dándole un toque dantesco al complejo público, inaugurado poco tiempo atrás.
La pileta estaba atestada de niños, era una jornada perfecta para disfrutar de los dos estanques de agua y la moderna (para aquel entonces) plataforma de cemento. Los pocos atrevidos que se encontraban en la cancha de básquet o en el campo, donde se hallaba la improvisada pista de atletismo, lo hacían obligados. Con ese insoportable calor, se disputaban algunos clasificatorios para los provinciales.

30/10/09

INMACULADA DEFENSA


Walter Greulach


Si hubo algo que identificó al negro Carmona durante su extensa trayectoria como entrenador, fue su pasión casi enfermiza por las tácticas defensivas.Profesor de educación física de varios colegios secundarios, entre ellos el mío, lo conocí a mediados de los setenta. Su color de piel acentuado por el sol, parecía más que negro, azul oscuro. De ademanes ampulosos, sonrisa amplia y labia generosa. Poseía la virtud de hacer creíble lo inverosímil, lógico lo ridículo.Relataba a quien quisiera (o no quisiera) oírlo, la historia de su bisabuelo africano, Zulú creo. Un gran guerrero que con solo un puñado de subordinados, derrotó a cientos de colonizadores europeos mucho mejor pertrechados.

17/10/09

UNA NOCHE EN JAIME PRATS




Walter Greulach

La noche recién estrenada destilaba aromas de jazmines. El monótono croar de los sapos, agrupados en la hijuela, ralentizaba el discurrir del tiempo. Arriba la cúpula infinita, tapizada con trillones de estrellas, enmarcaba un exuberante teatro colmado de paz y armonía.
Tirados panza arriba, en el centro de las cuatro hectáreas de tierna alfalfa, observaban deslumbrados la vía láctea. Un sinnúmero de luciérnagas iluminaban el campo verde.

7/10/09

COINCIDENCIAS, CAUSAS Y AZARES. (O de cómo el personaje de uno de mis cuentos, un día me mandó un e mail)




Walter Greulach
 
 
Acababa de publicar mi primer libro a fines del 2008. Una tarde en que discutía con la editorial algunos cambios, que deseaba estuviesen en la nueva edición, escuché el campanazo que me anunciaba el nuevo correo electrónico. Generalmente los leo a todos una vez por día, pero el encabezado de este, me obligó a abrirlo inmediatamente.

“Soy el personaje, escribiste la historia de mi vida” decía el encabezado, palabras más, palabras menos.

ESTARAS EN NOSOTROS POR SIEMPRE QUERIDA MERCEDES



Se nos fue la querida negra Sosa. La negra de América, la voz de los pobres y olvidados, de los humillados y torturados.

Se fue una voz de la conciencia popular. No me apeno tanto, porque perdimos solo un cuerpo y ganamos un alma inmortal en el panteón de los comprometidos por la causa humana.

Salud Negrita, te extrañaremos unos días, despues estarás con nosotros para siempre...

Walter Greulach

5/10/09

Gerardo en tránsito: Dios o el Diablo en la tierra de Disneyworld

Segunda-feira, 5 de Outubro de 2009

Gerardo em Trânsito: Deus e o Diabo na Terra da Disneyworld
Por: Lúcio Emílio do Espírito Santo Júnior

O livro de contos El Guionista de Díos o del Diablo (o Roteirista de Deus e do Diabo, Walter G. Greulach, 2008, Buenos Aires, Editora Arte e Parte, ainda inédito no Brasil), inicialmente pareceu-me a obra de um jornalista com talento literário que pinçava fatos variados (os famosos fait-divers) nos jornais e transformava-os em literatura de estilo elegante, que brilha como pedra lapidada, mas fragmentários e sem unidade. Ele parecia sonhar com a totalidade e a causalidade, mas no fundo sabê-las impossíveis, daí ficar recolhendo short cuts em jornais para ficcionalizá-las, transformando-as em seus contos.

No entanto, qual não foi minha surpresa: o texto responde justamente a esse tipo de pensamento as respeito dele: “Já relaxado voltei a analisar minha situação. Preocupava-me o tema [dos contos] fossem más histórias copiadas dos jornais. Este agir plagiando inconscientemente poderia ser minha perdição” (GREULACH, 2008, p. 114). Mais adiante, ele reflete de forma surpreendente sobre seu próprio estilo: “Que maníaco de merda – me insulto –por que tenho sempre de colocar um final impossível?” (GREULACH, 2008, p. 115).

11/9/09

EL HOMBRE INDECISO

W.G.G

La historia que les relato acaeció en el sur de Mendoza. Muy cerca de mi pueblito, en la segunda mitad del siglo pasado. Pese a haberlo conocido —de vista solamente— y saber algunas anécdotas de su vida, solo hoy puedo animarme a describirlo en un relato. Un amigo de nuestro personaje —al que el huracán Wilma empujó a mi casa de Miami una tarde buscando refugio— me apuntó algunos datos que movieron mi pluma. Mejor dicho las teclas del ordenador.

Sergio Gerchunoff era un hombre indeciso. Quizás el mayor sobre la faz de la tierra.

Todo comenzó en su Real del Padre natal, una nublada tarde de matinée. Al despuntar de su adolescencia, vio la película que marcaría sus días. Universos Paralelos, trataba sobre la toma de decisiones. Un ser humano al optar por una u otra vía, va creando a lo largo de su vida un sin número de mundos simultáneos. En el largometraje David Swain examinaba meticulosamente cada uno de sus pasos, tratando ante todo de no dividir su realidad. Consciente que un mal cálculo le traería consecuencias desastrosas.

Al principio, Sergio se propuso analizar solamente las encrucijadas que fueran determinantes para su futuro. Que es lo que haría cualquier ser normal. El problema radicaba en que empleaba semanas para resolver algo que a otro le llevaba un minuto.

24/8/09

De cómo un manco acabó con Kid el mocha

W.G.G


El flaco de rostro hundido y nariz recta se calzó los guantes, golpeando dos o tres veces sus puños para amoldarlos. El cumpa miró con fiereza al dubitativo muchacho que temblaba en la otra esquina, sintiendo un dulce escozor por el final inminente. Su cara recia, aindiada, era coronada por una cabellera de pelos finos y tiesos, peinada al medio. Sus ojos negros, parecían los de un depredador cebado, a punto de abalanzarse sobre la inocente presa. Una multitud de jóvenes rugía enfervorizada, saboreando la sangre por venir. Tenso el ambiente, electrificado el aire.

15/8/09


Las fotos son una cortesía de Veronica Morales, una amiga de Mendoza

LOS LAURELES DEL GENERAL

Punta del Agua San Rafael Mendoza


W.G.G

El arroyito de aguas frescas y juguetonas corría inquieto, serpenteando los álamos y rociando algún que otro sauce llorón. El crepúsculo nos arrullaba con un sosiego revitalizador después de una movida y húmeda tarde de septiembre.

Terminábamos de armar las carpas y tras un picadito de futbol, nos refrescábamos en el cristalino hilo de agua. Arriba, dos canarios y un jilguero, moderaban sus trinos sintonizándolos con el plácido paisaje.

—Ponele agua a la pava, por favor, mientras enciendo el fuego, así nos tomamos unos buenos mates —le indicó el tano Piccinini al japonés Totake, quien reclinado contra una rueda de camión abandonada, lucia deslumbrado con el canto de las aves.
A unos cinco metros, cobijados por un inmenso tamarindo, cuatro o cinco escuchaban a Víctor Hugo Morales y Néstor Ibarra en Sport 80 por radio Mitre. El resto del grupo, encabezados por el gordo Fonzalida, traían leña para el asado nocturno. Habían juntado además, suficiente berro y espárragos para una suculenta ensalada.
Las excursiones a Punta del Agua (o a Rincón del Indio) para el día del estudiante, eran habituales por aquellos años. Salíamos después de clases, el viernes, en una camioneta de algún padre que nos llevaba, y volvía a buscarnos el domingo al anochecer. Después de dos horas de comernos todos los pozos y serruchos de la ruta 190, llegábamos a este oasis sanrafaelino, enclavado a la sombra del Nevado, a unos ochenta kilómetros de General Alvear. Una paz de otro planeta se respiraba en el distante y bello paraje.
El día hasta el atardecer transcurrió esplendido, el clima en esa bendecida zona es privilegiado. Hay que tener mucha mala suerte para vivir un feo temporal en Punta del Agua. No hay casi viento y llueve lo justo y necesario.
La noche que se avecinaba pareció ofrendarnos ese raro “privilegio”. Las traicioneras nubes negras, se entretejían ruidosas sobre nuestras cabezas. Tata Dios se deleitaba intimidándonos con su festival pirotécnico. Un viento frio, impregnado de tomillo y piquillín nos envolvió de repente. Las llamas crepitaron nerviosas presintiendo el feroz aguacero.
—¡Es solo un chaparrón! —dijo Gustavo Nedic, aunque ni el mismo se lo creía.
—Por las dudas apuremos el asado —contestó el tripa Prieto atizando los leños
ardientes con un palo seco de quebracho.
—Nunca vi una tormenta que se formara tan rápido como esta —atiné a decir en el mismo momento en que, como a veinte metros, un rayo partía un álamo incendiándolo al instante.
Entre enceguecidos y aturdidos, corrimos a guarecernos en el lugar más desguarnecido… el interior de las tiendas de campaña. Al segundo comprendimos el error y salimos, apiñándonos los diez alrededor de las pocas brazas que quedaban. El paisaje era apocalíptico, truenos, relámpagos, viento, lluvia y el árbol en llamas.

10/8/09

CON GERALD, A LA SOMBRA DE UN STARBUCKS

W.G.G


El pronóstico para aquella jornada de agosto era que, por tercer día consecutivo, se levantaría el mercurio por arriba de los cien grados Fahrenheit. Miami se iba transformando en el infierno tan temido, la humedad desfiguraba rostros, transparentando estados de ánimo.

Mientras me acercaba por Meridian, buscando el Starbucks de la esquina con Lincoln Road, miraba ansioso el cielo, anhelando una nube gris que presagiara la divina tormenta.
Gerald Thomas me había avisado que llegaría el sábado por la tarde y quedamos de encontrarnos en el café, el martes alrededor de las diez de la mañana. Por la peatonal circulaba poca gente. A media cuadra del negocio, casi soy atropellado por un curioso individuo que llevaba en el manubrio de su bicicleta un enorme y bien cuidado gallo blanco, de cresta alta y roja. “South Beach” pensé divertido, aquí podes encontrarte cualquier cosa. Levanté la vista del gallo móvil que se alejaba y me encontré la figura del maestro Gerald, hundida en una silla como escondida del resto de la gente.
Se levantó con energía y me dio un fuerte abrazo. Me pareció más bajo que la última vez y noté que por su rostro surcaba una profunda tristeza.

—¿Como está mr. Thomas? —le dije estrechando su huesuda mano.

—No muy bien querido —me contestó con un leve temblor en la voz.

Ordené un expreso en la barra, con una torta de blueberry (mi favorita). Gerald ya estaba tomando un café late. La colombiana del mostrador me regaló un cappuccino con mucha crema y salsa de cranberry arriba. Lo había hecho equivocadamente y no quería que el jefe lo viera. Volví cargado a la mesa y el anglo brasilero me miró sorprendido.

—¿Te vas a tomar todo eso querido? Mucha azúcar no es bueno para la salud —me recriminó.

Asegurándome de que la empleada no me miraba, tiré la apetitosa bebida al basurero y me quedé solo con el cafecito y el dulce. Le pregunté a mi amigo la causa de su tristeza, aunque sabía que el laureado director siempre tendría una causa para su romántica melancolía.

3/8/09

ESTUDIAN EL GUIONISTA DE DIOS... EN BRASIL COMO POSIBLE LIBRO DE TEXTO DE ESPAÑOL EN UNA UNIVERSIDAD


PROYECTO BELINDA


Análise do Conto argentino contemporâneo através de El Guionista de Díos...o Del Diablo? de Walter G. Greulach




1. Tema: pesquisar o livro de contos O Jornalista de Deus...ou do Diabo (El Guionista de Díos...o del Diablo, de Walter Gerardo Greulach, ainda inédito no Brasil, enquanto texto representativo do conto argentino contemporâneo.
2. Delimitação do tema: será investigada a temática contemporânea nos contos de Walter Greulach: a presença das novas tecnologias, da situação social da Argentina recente, assim como a forma narrativa predominante e o tipo de final, bastante característico, escolhido por Greulach para seus contos. Nos contos de Walter Greulach, pode-se dizer que é fortemente marcante o “turning point”, a reversão de expectativas, como no caso do final do conto “Terás Um Coral Em Sua Tumba”:

Cumprido um ano desde a fuga, não existia na remota ilha [de Aruba] uma família mais feliz que a dos Gómez, perdão, dos Ruibarba (...). Não, não se preocupe, o dinheiro não é o problema –agregou amavelmente a voz --, unicamente queria dar a você minhas sentidas condolências pela morte de Andréa. Soube que faleceu algumas horas atrás, de um golpe na cabeça. Pobrezinha, não deveria estar assim como sete meses de gravidez. Iam ser gêmeos, não? (GREULACH, 2008, p. 23)

Característica semelhante, comprovando a presença de um estilo, marca o conto Crônica de um Suicídio Assistido:

--Sempre Deus dá uma segunda oportunidade –assegurou com os olhos cheios de lágrimas no instante preciso em que um raio o matava, partindo-o literalmente em dois (GREULACH, 2008, p. 31).


O tema principal desse projeto é como a atualidade, tanto a realidade latino-americana quanto universal, se fez presente nesses contos publicados em 2008. Os contos de Greulach, por sua simplicidade e fluência, que possibilitam pelo leitor brasileiro, podem ser utilizados como leitura suporte para aulas de espanhol.3. Justificativa: a literatura argentina contemporânea não é bem conhecida no Brasil. A tendência é que o grande público tenha acesso somente aos escritores argentinos já consagrados não só na Argentina, mas internacionalmente, especialmente aqueles já bem sucedidos e reconhecidos na Espanha e traduzidos para o inglês. Enfim, em geral, quando o público brasileiro conhece um escritor, ele já foi efetivamente lido, aceito pelo mercado e por um público fora do Brasil, além de possuir alguma bibliografia a respeito, em revistas universitárias ou jornais. Walter Greulach ainda é pouco estudado até mesmo em seu próprio país.

28/7/09

EL ENTIERRO DEL CUATRO OJOS


W.G.G




El tock tock seco sobre la persiana de madera me hizo saltar de un brinco desde la cama. El movimiento fue lo suficientemente silencioso como para no despertar al cachito García. El operador de LV 24 Radio Rio Atuel, inquilino de mi abuela, dormía plácidamente en el otro aposento.
Serian alrededor de las catorce treinta de un verano asesino que incendiaba las veredas de General Alvear. Había llegado el momento del gran escape. Los Carcereri, Nelson y Sergio, me esperaban en el patio trasero.
—Dale Walter, —dijo el menor— vamos a llegar tarde.
—¡Bajá el volumen, que se va a enterar la Chola! —le susurré, a la vez que me encaramaba a la ventana y saltaba cayendo en cuclillas sobre la chipica hirviendo.
Verdad que el sol mataba y que era un riesgo para la salud, como sermoneaba mi vieja, salir a correr tras una pelota a esa hora de la siesta, pero como perderse el desafío con los aborrecidos salvajes del caserío vecino.
Nuestro grupo estaba compuesto por chicos de entre nueve y trece años. El centro neurálgico del barrio Comercio era la Propulsores Alvearenses y allí nos reuníamos todas las tardes. Yo me integraba los fines de semana, cuando bajaba de la finca de mis padres en Jaime Prats. No tenía el prototipo del jugador de fútbol, ni mucho menos, más el amor al deporte rey me impulsaba a tratar de superar todas mis limitaciones. Con once años, pesaba cuarenta y cinco kilos y medía un metro sesenta. Un esqueleto con una cabeza enorme y para colmo usaba lentes.
Ese sábado del 76, el enfrentamiento seria a la hora quince en el potrero situado al lado del supermercado Saponara. Una canchita con arcos enclenques y líneas marcadas con un palo de escoba nos estaba esperando.
—No se para que venís si no vas a jugar, ¡cuatro ojos! —me recibió ásperamente y con un chirlo en la cabeza el Juanca Fumarco.

12/7/09

BOLSA DE GATOS



W.G.G

Vivíamos el año 1982, en General Alvear, Mza. Creo que sucedió comenzando octubre, se me antoja que había flores por doquier y reinaba ese espíritu de renacimiento y alegría que impera durante la más linda de las estaciones. Si no fue así, no importa, mi cabeza atesoró la vivencia en un contexto primaveral.
Pepsi Cola organizaba una divertida estudiantina, con la búsqueda del tesoro como evento principal. Participaban en ella los dos cursos finales de las escuelas secundarias de la zona.
El sexto año de la E.N.E.T #1 se preparó con todo para capturar el primer premio. No sé si me olvido de alguien o pongo alguno que nunca estuvo, la memoria se divierte a veces adornando nuestros recuerdos. El grupo estaba conformado por el gordo Julio Fonzalida, el tripa Nestor Prieto, el loco Gustavo Nedic, el Tito Barón, el Rafa Rodríguez, el narigón Marcelo Núñez, mi cumpa Iván Barón y el Marito Hidalgo.
Acabábamos de superar la tercera o cuarta prueba, consistía en buscar revistas viejas, mientras más antiguas, más puntos se sumaban. Gracias a unas Caras y Caretas de principio del siglo XX, facilitadas por mi tío el ingeniero Ernesto Lust, habíamos logrado ponernos al tope de las posiciones. Un par de puntos atrás, nuestros eternos rivales de la escuela de agricultura nos soplaban la nuca.
Aun hoy, casi tres décadas después, me sigo preguntando en que mente afiebrada se anidó la desquiciada prueba que continuaba el juego. Teníamos que juntar la mayor cantidad de gatos y meterlos en una bolsa para presentárselos luego al jurado. Algo que lucía simple y divertido para nuestros cerebros adolescentes, se transformaría en un relato digno de Edgar Alan Poe.

22/5/09

DEL LADO DE LA LUNA EN SOMBRAS




W.G.Greulach


El desierto nos rodeaba, solo había polvo y mas polvo. La noche disimulaba los cerros que se apiñaban tímidos al sur. La barrera se elevó y entramos al área de las pistas de aterrizaje. Algunas difusas siluetas se movían preparando el sector principal donde aterrizaría el UF 237 que estábamos esperando.
Estacionamos el camión de exteriores lo mas cerca permitido y al apagar el motor, me inquietó el absoluto silencio que poco a poco nos fue sepultando. Habíamos estado otras veces allí, pero hoy sentía una especie de desolación total. Mi amigo inclinó el asiento y puso un cd de Serrat. Los fantasmas del Roxy poblaron el ambiente, trayéndome un momentaneo alivio.
Encendí un gitanes y aspiré con deleite el primer humo. Recosté la cabeza contra la ventanilla. Mis ojos se extraviaron en el firmamento buscando las luces que anunciaran la llegada del 237, proveniente de Córdoba, Argentina. Solo encontré el redondo astro iluminándonos débilmente, lucia dolorosamente hermoso. Bajé los parpados y la imagen permaneció impresa en mis retinas. El sonido de una guitarra se descolgó de algún rincón de mi memoria y el delicioso aroma de una empanada sumado al áspero sabor del vino tinto, echaron a andar el distante recuerdo…

5/5/09

HARTOS DEL PARAISO

Walter Greulach
Dibujo de Leo Noboa


Una isla paradisíaca, de treinta por quince kilómetros de extensión, bordeada por el mar caribe. Cientos de palmeras repletas de jugosos cocos, una extensa playa de fina arena blanca y el agua de un turquesa inimaginable. Uno de los diez mejores destinos turísticos en el mundo...ah, me olvidaba comentarles la linda y constante brisa casi huracanada.

El flacuchento hombre, en lucha desigual contra la naturaleza, trataba de abrir la sombrilla y el viento impiadoso se la cerraba una y otra vez. Para colmo de calamidades, acababa de pegarle un palazo en el tobillo al turista alemán que, impaciente, esperaba a su lado. Al fin, después de mas de cinco minutos, clavó con fuerza la estaca y en un esfuerzo sobrehumano, abrió el parasol blanco y negro que rugió furioso sacudido por la ventisca. Lanzó un grito al aire, no de triunfo, sino de dolor, pues se había pellizcado la mano con el mecanismo que cerraba la sombrilla.

—¡Mierda con el viento puto! —insultó, sintiendo como dos lagrimones se deslizaban por sus mejillas.—¡A quien carajo se le puede ocurrir acercarse al mar en un día como este! —agregó, sin importarle que el germano pudiese entender algo de español. Se alejó pateando el suelo con rabia, mientras pestañeaba repetidamente, intentando sacarse la arena que arañaba sus ojos.

Un pelícano gordo y viejo pegó un inusual aullido que al humillado ser le sonó a carcajada. Aquella tarde de junio, solo los windsurfers parecían estar felices.

Marco, desde la caseta, observó divertido como el veterano acomoda-reposeras se acercaba, profiriendo un variado repertorio de insultos. Sin poder contener la risa le dijo:
—Rebelde la sombrilla, licenciado, ¿no?
Oscar ignoró el comentario y arrojó con fuerza, dentro de una bolsa negra, tres toallas y dos cobertores que había recogido de pasada.
—¡Cansado, harto, podrido es lo que estoy! —protestó mientras apoyaba la mano en la esquina de la pequeña cabaña para tomar aliento.
—Pensá en positivo, haces ejercicio, estas en un lugar hermosísimo y la linda brisa impide que el sol asesino te calcine en unos pocos minutos y todavia te pagan…
Oscar esbozó una sonrisa pero al instante se puso serio nuevamente.
—No, en serio Marco, tenemos que idear algo para escaparnos de esta vida miserable.
Marco lo miró con aburrimiento. ¡Tantas veces en estos últimos ocho años había escuchado y pronunciado frases similares! Eran expresiones de deseo que nunca pasaban de eso.

30/4/09

¡GRACIAS MIL A TODOS LOS LECTORES!

El Guionista de Dios...¿o del Diablo? ha tenido una buena acogida en estos primeros días de circulación en el dificil y saturado mercado de libros.
En España, Brasil y Miami ha recibido comentarios favorables y ya mandé nuevos libros a Amazon.com pues se encontraba "out of stock".
La semana próxima llega a Argentina, estará disponible en algunas librerías de diferentes ciudades.
Solo me resta agradecerles nuevamente por perder el tiempo leyéndome. Espero poder seguir brindándoles nuevos relatos en este blog.
Un fuerte abrazo para todos, con mucho afecto...Walter Gerardo Greulach

19/4/09

UN GUERRERO DE AQUELLOS...


Walter G Greulach


Transcurría la primavera de 1986, mediados de octubre, si mal no recuerdo. El colorido contraste de árboles y flores, sumado al alegre trino de las aves, insuflaba a nuestros espíritus quijotescos una inyección de utopías. Combustible necesario para intentar transformar una sociedad anquilosada y temerosa, tras siete años de una terrible dictadura militar. Ese celeste domingo la pasamos en el parque Sarmiento, organizamos un improvisado picnic que rematamos con un partidito de futbol. Hombres y mujeres mezclados en una bataola divertidísima. Todo fue un preámbulo para la jornada militante que se avecinaba.

Era noche de pintadas en el barrio Jardín. El vecindario cordobés se convertía en una caldera política por aquellos días. Se aproximaban las elecciones estudiantiles en la Universidad Nacional de Córdoba y debíamos luchar durísimo para retener la conducción estudiantil. Conformábamos el Frente Santiago Pampillón, por esos días, la única agrupación estudiantil de izquierda que dominaba una importante federación en Argentina.

La guerra de las pintadas alcanzaba su punto de ebullición la semana anterior a la esperada votación. A diferencia de los demás grupos políticos con los cuales teníamos habituales enfrentamientos del tipo oral (insultos de todo calibre), los muchachos de Perón se hacían entender a golpes y cadenazos. No existía nada que los irritase más, que encontrar a los “zurditos” blanqueando un muro que acababan de pintar.

13/4/09

Un toque mágico




Walter Greulach

Es un toque mágico, una bocanada de sentimientos que nos inunda, un simple click y volamos a otro sitio y a otro lugar. Hay fragancias que nos retrotraen a situaciones pasadas, momentos esenciales en nuestra historia personal.


El viernes pasado caminaba de la piscina al hotel. Antes de la puerta pasé por un túnel de jazmines que comenzaban a florecer. Entonces saltó la chispa…me encontré a miles de kilómetros, en mi adorado terruño. El jazmín, enredado en la ventana de mi cuarto, inundaba de exquisito aroma las noches de verano. Después de la lluvia, ese airecito fresco era como un bálsamo tras el sofocante día.


Imágenes que llevamos almacenadas y que a veces en los momentos de flaqueza, de decepción, nos pegan la cachetada necesaria para seguir pensando que la vida es buena.


Dos días a la semana trabajo en el Pool Bar y allí otro olor me dispara al etéreo mundo del recuerdo…el de la menta. En esos instantes mi cuerpo está en South Beach, pero mi espíritu se introduce en el lugar mas profundo del canal de riego. Esperando, junto a primos y hermanas, el agua que mi viejo ha soltado trescientos metros arriba, desde el canal principal y llega atiborrada de hojas de álamo. Un fresco torbellino mojando nuestros pies. Las plantas de menta que crecen en la orilla se humedecen y desprenden su seductora esencia.


A dos cuadras de mi casa está el Flamingo Park, con sus doce manzanas, canchas deportivas y sus paseos llenos de eucaliptos. Otra vez los fogonazos alumbran mi mente… las nebulizaciones caseras, el azúcar sobre las hojas y la dificultosa escalada (quizá el árbol mas difícil de subir).


Aromas de ayer y la angustiosa necesidad de percibirlos en el presente. La albaca y el locro del día patrio. El hinojo, los conejos de papá y la increíble habilidad de Tito Barón para hacer avioncitos con el corazón de esa planta.


Hierbas medicinales, inviernos gélidos. Como un tesoro guardábamos las hojas secas del tilo, cedrón y burro. Acá té en bolsitas con poco sabor, pero el recuerdo llega igual… este humito aromático que penetra en nuestras fosas nasales, es el mismo del té de mi madre, después de uno de sus atentados contra el hígado.


Mordisqueo un tomate y zummm… cosecha y piel con picazón. Canastos llenos y pesados, eran dos hectáreas pero parecían mil. Con qué ganas comíamos el sandwich de pan casero y jamón al final de la jornada.


Las coníferas del jardín botánico de Miami Beach me produjeron la última imagen esta mañana…mi tío en lo alto, cortando la rama mas recta para Navidad y el día que con mi primo prendimos las velitas y el pino también.


¿No les pasa a ustedes?... No importa como y donde uno esté. Siempre habrá olores estimulando nuestra memoria, mecanismos de autodefensa, antibióticos contra el pesimismo. Sirven, vaya si sirven. Pero es bueno, por nosotros y por nuestros hijos, que sigamos acopiando, constantemente en el presente, vivencias positivas para adornar nuestro incierto futuro.


Como diría una estimada colega periodista de Venezuela: Amanecerá y veremos…

Primavera del 2001

6/3/09

El ocaso en que descubrí a un tal Gerald.

Walter Greulach (Dibujo de Leo Noboa)

Con admiración y respeto, dedicado al maestro Gerald Thomas

El sol amenazaba con dejarnos en tinieblas, mientras la tarde, impávida, se esforzaba muy poco por evitarlo. Tres o cuatro turistas, tirados panza arriba, se empecinaban en disfrutar de los raquíticos haces de luz en la playa floridana.Aquel jueves de febrero me encontraba al final de la rutinaria tarea de acomoda- reposeras en la playa del National. Metía toallas y cobertores sucios en una bolsa negra, al tiempo que repasaba mentalmente los rótulos que se me habían ido adosando a lo largo de mis cuarenta y pico de infructiferos años. Hijo en Mendoza, estudiante en Córdoba, locutor en Entre Ríos, cocinero en Aruba, mozo en Miami y ahora también “beach attendant”. No muy prometedor para alguien que a los diecisiete años se pensaba el sucesor de Borges o al menos un pichón de Cortazar.
Mi colega Jairo, el chapín, me miró con desgano, señalándome la salida del hotel.
—Atiéndalo usted Walter —me dijo con fingido respeto, a la vez que agarraba una sombrilla tirada en la arena, simulando encontrarse muy ocupado.
—Semejante amabilidad me confunde —pensé divertido. Mi compañero solo hacia esto cuando tenía catalogado al huésped de turno como mal tipeador. Luego me contaría que ya lo había atendido otras veces y nunca recibió mas de cinco dólares.
Cerré con fuerza la bolsa y le salí al encuentro. Mediría unos pocos centímetros más que yo, de cincuenta y tantos años, tez blanca, pelo negrísimo y nariz prominente. Surcó por mi cabeza la idea de que me encontraba en presencia de alguien famoso y rico, un excéntrico personaje de esos que bajan del norte. Desbordaba personalidad. Un tipo con aura dominante, como dicen por ahí.
—¿Puedo ayudarlo señor, se hospeda usted en el National Hotel? —pregunté, con la misma cantaleta repetida mas de mil veces.
Me contestó que se estaba quedando en el cuarto 706 y su nombre era Gerald Thomas. Pese a su blancura casi espectral, descarté que se tratase del director británico de cine fallecido varias décadas atrás.
—Solo quiero que me cuide un rato estas cosas, mientras me pego un baño en el mar —agregó cortésmente, dándome una envoltorio de plástico con ropa y un par de lentes. Un billete de veinte dólares me ayudó a hacer la tarea más placentera.
Estaba un poco fresco, salíamos de un frente frío que bajó los termómetros a treinta y pico, por eso me extraño la naturalidad con la que mr.Thomas se zambulló en el océano.



Unos quince minutos más tarde regresó por sus pertenencias. Le agradecí con un aporreado ingles que denunciaba mi no pertenencia a estas tierras. Me interrogó de donde venia y al contestarle Argentina se le iluminaron los oscuros ojos.
—Ahh, Buenos Aires —exclamó en un español aportuguesado— una de las ciudades mas bellas del mundo. La mixtura justa entre la modernidad europea y el pintoresquismo sudamericano.
Sacudió con la mano unas gotas que pendían de su cabello, se colocó los lentes y agregó :—Hace pocos meses estuve allá, dando unos talleres de teatro en el San Martín. También voy regularmente a Córdoba, al festival internacional.
—¿Es usted un actor de teatro? —pregunté entre curioso y avergonzado por no poder aun reconocerlo.
—Director de teatro —acotó y volviendo al tema de la ciudad porteña que lo tenía fascinado, agregó :—Cuna de Borges y Cortazar, dos geniales escritores que ha dado la lengua española.Catalogó al famoso ginebrino como el más universal de los autores modernos y resaltó el compromiso social y la consecuencia de Julio, a quien dijo haber conocido poco antes de su muerte.
A esa altura yo estaba embobado, me pellizqué disimuladamente para saber si no soñaba. Me encontraba frente a un intelectual de primerísimo nivel y hablando de mis dos mas grandes amores. Luego le tocó el turno a “Rayuela” y el sismo que provocó en la aburguesada literatura de aquel entonces. “Casa tomada” era para él el mejor cuento del franco-argentino, para mi: “La noche boca arriba“. Del genio ciego elogiamos “Borges y yo”, cuento sobre el cual había realizado un cortometraje.
Luego le conté de mi pasión temprana por el teatro, allá en los ochenta, en tierras cordobesas y como la cruda vida me alejó de la mas autentica expresión artística del ser humano.
Cuando las sombras amenazaban la vieja casucha de madera, agarró su bolsita marrón y se despidió. Un grupo de alborotadas gaviotas, cuervos y palomas, habían armado un zafarrancho por un puñado de papas fritas que algún gracioso desparramó en la arena. Nos alejamos unos pasos del bullicio y aproveché para comentarle sobre mi libro de cuentos “El guionista de Dios…¿o del Diablo?”, que desde hacia unos días había salido humildemente al mercado.
—¿Bose escribió un libro? —preguntó sorprendido— me gustaría leerlo.
—Mañana sin falta se lo traigo, será un honor para mí. —exclamé sinceramente.

18/2/09

¿LA MENTIRA MEJOR CONTADA?





A Leo Noboa, amigo y critico como hay pocos...


Mi mejor amigo me miró a los ojos, intuí que diría algo que iba a molestarme muchisimo. —¿Vas a hablarme de nuevo sobre la mentira mejor contada, —me dijo socarronamente...



El amodorrado sol expulsó con pereza los rayos finales, antes de perderse entre los cerros. Las sombras, más alargadas que de costumbre, parecían empeñarse en formar curiosas figuras ante los ojos de Ernesto Ebaldo Schuster. Cabizbajo y aburrido bordeó el Correo, y cruzando la avenida principal entró a la plaza mayor de la pequeña ciudad. Las últimas tres consultas le habían resultado tediosas e interminables. Movía automáticamente la cabeza, asintiendo sin escuchar, tras cada frase del paciente de turno.
¿Qué hacia allí?, se preguntó, tratando de ayudar a unos desequilibrados mentales, cuando el mismo se sentía la persona mas traumada de la tierra. Buscó el banco más lejano, a salvo de ocasionales transeúntes, y se dejó caer con desgano. Elevó su mirada sobre un par de palmeras, asentándola sobre la iluminada cruz de la iglesia del Sagrado Corazón. Desde el alto madero,un gigantesco cristo parecía recriminarle sus negros pensamientos. El grupo de palomas y tortolitas, dos metros a su derecha, comenzaron una sinfonía en U mayor. Entrecerró los ojos y bajó la cabeza, estaba fatigado, deprimido.
A lo lejos, la banda de música de la policía, ensayaba una estridente marcha militar. Si hubiese sido una melodía fúnebre, Ernesto no habría notado gran diferencia.
A dos cuadras de allí estaba su hogar, sin embargo en esa tardecita, como en las de los tres últimos meses, buscaba siempre una excusa que retrasara el regreso. La casa lucia ahora fría e inmensa. Alguna vez fue un nido de vida, repleto de risas y amor. El nexo final con un feliz pasado se quebró en diciembre. Treinta años de matrimonio mandados al diablo por su estúpida y empecinada afición.Su cansado cerebro comenzó a estirar una enredada madeja de recuerdos…

8/1/09

MAXIMILIANO Y SU PIEDRA AZUL



A Alfredo Moleker, mi compadre del alma...


Walter Greulach


La impúdica luna se exhibía descarada con más estrellas que de costumbre. El reciente apagón en gran parte del país favorecía su bacanal nocturno. Enormes cactus alineados al costado del polvoriento camino parecían soldados de un silente ejército preparando su ofensiva.
Apenas terminaba de trabajar en la estación de servicio y retornaba caminando lentamente. No había sido una jornada normal y monótona como tantas pasadas. Lo que acababa de encontrar, y llevaba celosamente guardado en el bolsillo me tenia bastante animado.
Cuando cambié de dirección adentrándome en el escarpado atajo bordeado por aloes, me llegó claro el sonido de las olas en su eterno ataque a las rocas. El olor a algas mezclado con el de la sal y la húmeda arena me obligó a respirar profundo. Amaba ese aroma, me traía imágenes de distintas playas en diferentes épocas.
Como a medio kilómetro del cunucu, no aguanté mas y me senté sobre una enorme roca que solitaria vigilaba la costa centro este de la isla. Miré con admiración la piedra azul engarzada en un anillo de…¿oro? La luz lunar producía rojizas fulguraciones en su pulida superficie. Alcé mi mano y lo moví de izquierda a derecha buscando arrancarle nuevos reflejos. Entonces por un instante, me pareció observar un fino hilo luminoso que se elevaba perdiéndose en el negro infinito. Fue algo casi invisible, que se repetía cada vez que la sortija apuntaba a determinada parte del cielo. Lo que mas me intrigó fue el delicioso escalofrío que estremeció mi cuerpo en aquel momento.
Entre sorprendido y asustado guardé la piedra y transité al trote los últimos metros de mi recorrido.