31/12/10

NOS VA LA VIDA EN ESTO


W.G.G

Avenida Hipódromo, Barrio Jardín, dos días antes del comienzo del invierno. Año 2006.

El hombre llega con pasos vacilantes y se detiene frente a la humilde edificación de ladrillo sin recubrir. Golpea con fuerza la puerta de lata, ignorando al negro timbre que se destaca a su derecha. En los instantes previos al giro del picaporte, su mente se ve impactada por un torbellino de recuerdos. El gran amor de su vida, la razón de su existir, está por aparecer frente a sus ojos. Cuatro mil noches, cuatro mil días soñando este momento.

4/12/10

J.P. TREINTA Y TRES AÑOS DESPUES

W.G.G


Había trabajado hasta pasada la medianoche en la fábrica de conservas de Jaime Prats. Una carga de tomates al natural que salía a primera hora rumbo a Buenos Aires así lo ameritaba.

Aquel verano del 67 estaba entre los más calurosos de la historia. Aun a esa hora, el mercurio se encaramaba por sobre la marca de los treinta grados. Ni una brizna de viento suavizaba la pesadez del ambiente. El joven, apenas traspasado el portón del edificio central, se bajó el overol hasta la mitad, anudándose las mangas en la cintura. Hubiese sido más conveniente cambiarse la ropa, pero a diferencia de los demás trabajadores, a él le disgustaba andar acarreando un bolso. Tuvo que bordear una montaña de cajones de madera para alcanzar la base del tanque de agua, en donde encadenada a un caño había dejado su vieja bicicleta.

El rumor del agua, mezclado con un concierto de grillos y chicharras, se iba acrecentando a medida que se acercaba al camino. Este bordeaba el canal matriz y lo llevaría en unos minutos a la intersección con la Línea de los Palos. Todo era oscuridad, alumbraban más las estrellas que el delgado filo de la luna en cuarto menguante. Bendijo a la calle recién enripiada, si a la poca luz le hubiese sumado los posos y cascotes sueltos, el trayecto le habría insumido por lo menos media hora.