9/5/11

La segunda venida



Al maestro Isaac Asimov

Oscurece, y los tres soles de Orev crean un entramado de sombras yuxtapuestas que se derraman por la meseta sagrada. El gran domo corona la elevación natural y a su alrededor se alinean las torres de los doce ministerios. Hace dos millones setecientos mil años (usaremos siempre la nomenclatura terrestre) que el sexto planeta del sistema tripolar Reltaw es la capital de la Vía Láctea, nonagésima galaxia del primer cuadrante del universo conocido. Allí van a reunirse esta noche los 398 delegados, representando a los veintidós mundos primigenios. El tema prioritario será el calamitoso estado del tercer planeta del sistema AQ 250. En el año 2011 desde el último contacto, la tierra (así la llaman sus habitantes) se consume en guerras fraticidas, la contaminación ha llegado a niveles intolerables y más del setenta por ciento de sus habitantes no cubren sus necesidades básicas.

—La situación es extremadamente delicada —dijo el presidente galáctico y movió la cabeza mirando consternado a su hijo y a su primer asesor.— Como no propongamos ya una medida seductora y viable, no tendremos argumentos para seguir sosteniendo la existencia de este mundo tan problemático.


A.L.Artoj llevaba cuatro mil trescientas temporadas como máximo dirigente de la Vía Láctea y recién comenzaba su tercer mandato. El problema con los terráqueos amenazaba con desestabilizar todo el andamiaje de alianzas que lo había mantenido por tanto tiempo en el poder. Ochenta mil años atrás, siendo delegado científico de su planeta de origen, había sido el artífice de la introducción de los primeros seres racionales en la lejana tierra. La idea inicial era utilizar aquel lugar como laboratorio para experimentar con los entonces revolucionarios descubrimientos de transmutación genética. Los grandes primates que vivían allí, presentaban características ideales para dichos ensayos.

Se desarrollaron dos líneas experimentales, el homo sapiens neanderthalensis y el homo sapiens sapiens. A la larga, ninguno de los dos receptáculos probó ser conveniente en la búsqueda de la perfección genética. Es más, los neanderthal no llegaron siquiera a sobrevivir. Se abandonó el emprendimiento dejando a algunos sapiens pululando por ahí.

—Aquel fue un gran error —comentó A.L con sus interlocutores.— Tendríamos que haber hecho desaparecer todo vestigio de esas pruebas fallidas.

—Como ibamos siquiera a imaginar que en tan pocos años iban a desarrollar una inteligencia tan competitiva, tan autodestructiva —acotó Arg el asesor.

—Lo dije antes y lo repito —agregó J.C. Artog, el mayor de los primogénitos del presidente— no creo para nada en la tesis del espíritu maligno como inherente a la raza humana. En la tierra hay una cultura riquísima y vasta. Millones de seres bondadosos están dispuestos a todo para mejorar su existencia.

—No creo que lo hayan demostrado hasta ahora, ya no les queda mucho tiempo. Si no convencemos al congreso esta noche, antes de que el primer sol nos de luz, el tercer planeta de AQ 250 desaparecerá del mapa galáctico —sentenció el supremo dirigente con hondo pesar.

Con el correr de los siglos, y al igual que su primer hijo, A.L. desarrolló un profundo aprecio por los insensatos terráqueos.

—Podriamos exterminar a una parte importante de la población, para que los recursos naturales pudiesen distribuirse de mejor manera —propuso Arg mientras miraba la hora con ansiedad.

—El problema estimado consejero no es la cantidad, sino la calidad de los dirigentes. Nada cambiaria. ¿O no, mi querido? —preguntó el veterano político mirando a su hijo con cariño.

J.C. se tomó unos segundos y respiró profundamente, era una alternativa que venia sopesando desde hacia bastante tiempo. Miró a su padre y luego alzó la vista hacia el techo embovedado. Junto sus manos en una especie de rezo y dijo: —Estoy dispuesto a volver, ya es tiempo.

A.L. no se sorprendió, sabia que su muchacho no había desistido nunca del viejo propósito. Año tras año, en forma indirecta y velada, le volvía a plantear lo del regreso. Por vez primera, el padre no lo cortó tajantemente.

—Ultimamente he estado considerando esa posibilidad, creo que has madurado. Las cicatrices morales de tu primera excursion parecen cosa del pasado. No desconosco el impacto síquico que tuvo esa aventura en ti, por eso me he opuesto tantas veces a tu viaje. Aquel final tan abrupto, esa “muerte” que pareció en vano al principio, ese fracaso que tanto te dolió, terminó fundando una de las religiones mas poderosas del planeta.

A.L tomó un sorbo de agua y se apoyó en el respaldo del sillón, estaba cansado y le pesaban los ojos. Esa mañana al despertar había sopesado seriamente la posibilidad del retiro tras el término de su mandato, aunque quizás no tendría que esperar tanto si esto de la tierra no salía bien.

—Cuando al regreso, hace mas de veinte siglos, te hicieron el test psicofísico, los resultados fueron tan negativos, que el congreso decidió por unanimidad no mandar a nadie nunca mas para aquellos lares. Has asimilado el golpe y te veo en condiciones de intentar salvar a tu adorada obsesión una vez mas—dijo el presidente y se levantó para palmear afectuosamente la espalda de su hijo.

—Eso si, la asamblea, aunque sea tu mismo padre el que se los pida, no te dará mas de un par de años. Tienen pánico de que esa civilización desarrolle el viaje híper espacial y después sea demasiado tarde para frenarlos. Si tu estrategia no funciona J.C, seremos un cadáver politico —puntualizó el asesor en jefe.

A J.C se le habían humedecido los ojos de la emoción, llegó a pensar que nunca tendría una nueva chance para reivindicarse. Tragó profundo y después de dar un par de pasos, abrazó con fuerza a su padre.

—Gracias, esta vez no voy a defraudarlos.

Mientras retornaba a su casa, comenzó a elaborar los próximos pasos. Estaba seguro que A.L lograría la aprobación de la asamblea, pese a que ya en el pasado se había llegado a exterminar a alguna raza problemática, la decisión siempre se tomaba como un recurso final. Seria sin duda la última oportunidad de salvar a los humanos

Partiría al amanecer, necesitaba conseguir ropa adecuada y falsificar un poco de dinero terráqueo. Se alegró de que los tiempos hubiesen cambiado y que aquella civilización tuviera ahora un desarrollo tal que le iba evitar (en gran medida) sufrir los horrores de adaptación de la primera vez. Le dolía el tener que despedirse, quien sabe por cuanto tiempo, de Airia y sus hijos.

Hacia rato que tenia elaborado el plan que desarrollaría en su segundo descenso. La querida tierra, el lugar donde, pese a todo el sufrimiento que le produjo, había vivido los mejores treinta y tres años de su existencia, lo estaba aguardando. Sin dudas está vez el desafío seria aun mayor.





5 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya me imagino po donde viene la cosa. Espero con ansias el descenlace mr Walter.

Jose Bardón

Juan Carlos Eberhardt dijo...

podría estar dedicado a daniken
un abrazo!!!

Walter G. Greulach dijo...

Para que te voy a negar que alguna vez en los setenta lei "Recuerdos del futuro" ¿o vi la pelicula? No me acuerdo.
Un abrazo JuanCa

Ío dijo...

Vaya con la historia, me ha atrapado; entreveo un final penoso para JC, todavía peor que el anterior.
Veamos, leamos un poco más; y que no se demore mucho la espera.
Besos, amigo Walter

Ío

Anónimo dijo...

Que barbaro, muy lindo el relato che!!! Adrian de Boedo