5/5/11

Murió Bin Laden…¿y qué?


            
W.G.Greulach


Murió Osama Bin Laden abatido por un grupo comando del ejército Americano —decía excitado el rubio presentador de noticias de Fox.

El mozo, un adolescente nicaragüense de escaso metro sesenta y pelo de alambre, le subió el volumen al plasma y se retiró tres pasos para mirar anonadado la noticia, haciendo caso omiso a la parejita de cubanos que le pedían desesperadamente la cuenta.

El calor de la siesta miamíense era pegajoso, asfixiante. Un escuadrón de moscas sobrevolaba las sucias mesas del patio de una cantina de mala muerte en el noroeste de la ciudad. Aparte de los caribeños, solo un comensal mas resistía el suplicio de esa caldera al aire libre.


Peter Stonehead levantó con desgano la mirada y enfocó por unos segundos la pantalla, se secó la transpiración de la frente con la servilleta y luego reventó un moscardón verde que revoloteaba por su nuca, al tiempo que corría la sopa de pescado para que no cayera adentro.

El dueño de las delicias peruanas asomó la pelada por la ventanilla de la cocina que daba al patio y exclamó: —¡Al fin lo encontraron al cabrón de mierda ese! Yo sabia que a estos gringos no se les escapaba nadie.

¡Grande negrito Obama! —lo acompañó en la algarabía el centroamericano.

El yankee observó a los latinos celebrando y se le escapó un suspiro de abatimiento. Una noticia así, cinco años atrás le hubiera producido el mismo entusiasmo, ahora no le estremecía ni la pestaña mas liviana. Arquitecto desempleado desde fines del 2007, había podido sobrevivir gracias a algunas changuitas de albañilería y a un escaso seguro de desempleo que se le acababa la semana entrante. El departamento se lo quitó el banco y un año atrás presentó la bancarrota con sus tarjetas de crédito. Sin dudas, Peter no tenia ganas de celebrar nada. A los treinta y cinco estaba igual que a los dieciocho… en cero.

La realidad, el duro presente que parecian no querer confrontar gran parte de la clase politica, era por demas evidente. Diez por ciento de desempleo. Cincuenta millones sin seguro médico. Un preocupante decrecimiento en las espectativas de vida. Doce millones de indocumentados, etc, etc, etc. El hecho de la captura es positivo, —pensó el hombre— pero festejar de esa manera, era ridículo, totalmente desmedido.

—Un otro pedazo de pan, por fevor —dijo Peter mientras luchaba con un palito de romero que se le habia cruzado entre los dientes.

En la tele se veia a gente saltando y gritando en distintas ciudades y el comentarista remarcaba la importancia del suceso para la reelección de Obama.

Con la profundización de la crisis, Stonehead se fue corriendo de la derecha al centro y después levemente a la izquierda. Republicano, demócrata y ahora no le importaba decir a quien quisiese escucharlo, que estaba harto de la política servil y acomodaticia que se usaba en el capitolio. Había gente capaz y honesta en Estados Unidos, como Obama, siguió reflexionando, pero los que tienen el control económico no los dejararian ni siquiera acercarse a donde se reparte la torta.

—O acaso ahora con Bin Laden eliminado, —se preguntó bajito Peter— ¿no seria el momento perfecto para retirar todas esas tropas de Irak, Afganistán, Pakistán y que se yo? ¿No seria tiempo de invertir los billones de dólares esos en un sistema energético alternativo al petróleo? Asi romper con la dependencia de los paises Arabes y dejar que se las arreglen solos. ¿Y por qué no? Preguntaría algún ingenuo —prosiguió el hombre con su monologo mental.— Porque los americanos que tienen el poder aquí, manejan las corporaciones petroleras y el negocio de las armas entre otras cosas.

—¡Que inocentes que somos, por favor! Muchos pensamos que con Obama la cosa iba a cambiar —susurró para luego pasar una y otra vez el ultimo pedacito de pan por el plato vacío.

Llamó al mesero, quien aun no lograba despegarse del televisor y le pagó con un puñado de monedas de veinticinco centavos. De la parte superior de su bolsillo asomó un boleto de avión de una línea brasilera. Era para el siguiente dia, de ida solamente.

—Realmente que pena —agregó mientras se sacudía las migas de los desgastados jeans y enfilaba hacia la vereda.— El sueño ya no existe ni siquiera para los americanos.

4 comentarios:

Lils dijo...

Yo también fui ingenua. Yo creí que Obama traía un cambio importante, pero parece que los presidentes, tanto allá como acá son meros títeres de alguien que está más arriba...¡vaya uno a saber!
Saludos Walter.

Anónimo dijo...

Muy actual y muy claro lo tuyo. Literatura instantánea que agrupa y explica todos los puntos de vista. Del lenguaje ni hablar, impecable. Un abrazo
(Muy buenos los dibujos)

Rubén Antolín Heredia

Anónimo dijo...

Los gringos se vienen para estos lados. Se dio vuelta la tortilla, jua, jua.
Muy buen relato.
Adrian de San Rafael

ALINA dijo...

Me hago eco del pensamiento del yankee de tu historia, totalmente de acuerdo.