Lo que ahora reflejan mis pupilas al alzar los párpados esta madrugada es un par de nalgas turgentes y un sexo femenino recientemente depilado. Esto es realmente interesante pues no se trata del de mi mujer. Primero, porque nunca en mi vida podría atraer a un hembrón de semejante nivel y segundo porque pisando los cuarenta estoy más solo que loco malo. Entonces… ¿qué está pasando? No tengo ni una remota puta idea, pero que linda que es Dios mio. ¿Dónde me encuentro? ¿De quién es esta cama grande? Tampoco tengo calzoncillo y cuando enfoco mi atención a mi amigo alborotado, caigo en cuenta que además de estar sin un pelo, este muñeco no es el mío, más quisiera tener uno así yo. ¡Mira vos, no sabía que se podían tatuar!, susurro estudiando curioso el dragón humeante grabado en mis bolas. Debe ser dolorosísimo.
Inhalo aire profundamente y
lo retengo en mis pulmones, debo serenarme, analizar esta confusa pero excitante
realidad. ¿Qué pasó anoche? ¿Acaso me emborraché y quien sabe cómo acabé junto
a esta ninfa? A ver… estuve hasta cerca de la medianoche en el café con el Coco
y el Tato, pero recuerdo bien haber vuelto a casa sobrio. Y aunque fuese así, a
estas piernas, a este tórax, a estos brazos, no los reconozco. Tengo los músculos
bien marcados. ¡Unos abdominales de la puta madre! ¿Dónde está mi pancita
gelatinosa, mis canillitas flacas, mi ombligo extraviado? ¿Qué es esto por
favor? ¿Quién carajos soy?
Es hermosa, ¿cómo puede concentrarse tanta belleza en una sola persona? Ahora se está dando vuelta, se pone boca arriba, ofrendándome unos senos grandes, perfectos. Su rostro es casi angelical, con una naricita recta que remata en pulposos labios. El pelo es de un negro azabache y la piel posee un bronceado caribe apenas interrumpido por el blanco inmaculado del contorno de la tanga y el corpiño ausentes. Solo falta que también tenga ojos azules.
No hay otra, pienso con
resignación, estoy dormido, inmerso en un sueño de la puta madre. Estiro mis
músculos con movimientos pausados, no vaya a ser que me despierte. Estoy
emocionado, muevo una mano peluda y grande y la apoyo con delicadeza en su
vientre. El calor de su cuerpo, la suavidad, ese olor dulce y embriagante… todo
es tan real. Por favor que no se termine esta fantasía. No volveré a tener otra
oportunidad de tirarme una mina así de espectacular, me digo recordando lo
patéticamente solo que estoy en este momento, roncando tirado sobre mi catre en
la pulgosa piecita de pensión, llena de humedad y cucarachas.
Hay una botella de champagne
Dom Pernignon con restos de frutillas y crema sobre la mesita. Pétalos de rosas
rojas, amarillas y blancas adornan las sábanas sobre las que yacemos. La debemos
haber pasado genial anoche, digo maldiciendo porque el sueño se perdió esa
parte.
Todavía no está todo
perdido, susurro mientras me le voy pegando lentamente. Ahora me regala su
delicada espalda, la nuca es como un imán que me atrae, voy apoyándome
suavemente en sus curvas. Respiro agitado, con un latir doloroso en el pecho,
acercándome al evento onírico más importante de mi aburrida existencia. Mi mano
baja ansiosa buscando abrir surcos, destapar prohibidas humedades. Mis labios
le susurran impudicias al oído. Se da vuelta ronroneando y aun dormida gruñe
algo ininteligible.
Comienza a pasar su lengua
por mi rostro, es pequeña, áspera… por demás, pero me gusta lo mismo, es
perturbadoramente sensual. Cierro los ojos dispuesto a gozar. Allá abajo mi
compañero busca a ciegas el lugar donde comienza el paraíso. Ahora su lengua se
entretiene sobre mis parpados y baja hasta la punta de mi nariz. La siento
dentro de una de las fosas nasales. Eso ya no me gusta tanto, no, no…
—¡Qué carajo le pasa a la
tipa esta! — exclamó disgustado y abro los ojos descerrajando un potente
estornudo que asusta a morringa quien salta de la cama y sale disparada hacia
el baño.
Con los ojos llenos de
lágrimas, más por la impotencia que por el estornudo, veo su cola peluda
desaparecer tras la puerta y digo abatido:
—¡Gata de mierda, como me
cagaste la mejor experiencia de mi vida!
2 comentarios:
Jose Luis Durán-ender · Madrid
Leche de gata que te fastidió lo mejor del sueño ;) muy bueno
Armando Antonio Amieva · Gerente en Ex Gerente de Banco en Rivadavia
Pluma ágil, Pluma llena de imaginación, pluma ardiente la de este escritor que enorgullece a los argentinos...Pero sobre todo, una pluma imantada que atrae al lector....!! Felicitaciones Walter....!!!!
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